Las armadoras contratan más ‘armadoras’
¿Trabajo rudo? Por supuesto, pero aun así, Mayra Cantor, una mujer menuda, de complexión delgada, es capaz de ayudarse de un arnés para manipular en la línea de ensamble un motor de más de 100 kilos.
No se trata de un evento extraordinario, ya que es parte de su jornada diaria en la planta que Honda opera en Celaya, Guanajuato.
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Esta mujer es una más de las que ha derrumbado el mito: el ambiente rudo, característico de una fábrica, es sólo para los hombres. Al menos en las plantas automotrices, la creciente participación del género femenino en el piso de producción es un hecho confirmado.
En la nueva planta de Honda, en Celaya, Guanajuato, 30% de los empleados son mujeres. El porcentaje es mayor en las fábricas de los proveedores de partes y componentes, donde representan hasta 70% del personal operativo.
Mayra es ingeniera mecatrónica y fue la primera mujer contratada por la armadora japonesa para trabajar en el área de Power Train. Ahora es coordinadora de producción y calidad de maquinado de motores.
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La participación de las mujeres en la industria automotriz que opera en el país se incrementó en cuatro puntos porcentuales en los últimos cuatro años, según datos de Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Las empresas buscan precisión y detalle para procesos complejos de ensamble y los expertos coinciden en que las mujeres son muy competentes en esto, tanto por sus características físicas (tamaño de manos y dedos), como por su destreza para el trabajo minucioso y repetitivo.
Honda tiene a algunas mujeres en la línea de presoldadura, donde cada minuto se ensambla un módulo de carrocería —frente, cajuela y laterales—. Delphi usa la habilidad manual femenina para tejer los cables de los arneses, mientras que Hella concentra a las mujeres en las líneas de ensamble de faros y calaveras, donde se manipulan más de 100 componentes distintos por pieza, algunos muy pequeños y delicados.
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En el plano cuantitativo se puede decir que el promedio de las mujeres que trabajan en la industria está en un rango de edad de 26 a 35 años, cuenta con secundaria o bachillerato y es madre de familia (60%). A nivel cualitativo, las empresas las definen como empleadas participativas, responsables, puntuales y hábiles.
Mujeres y máquinas, unidas
Laura Padilla, es una de las cinco mujeres que estudian mecatrónica en el centro de especialización de Audi. Descubrió su pasión por los robots en el bachillerato, cuando participó en un concurso de robótica.
Tras decidir que quería estudiar ingeniería, se inscribió para el programa de formación dual que la automotriz alemana ofrece en sus instalaciones de Puebla. “Solicitamos 1,600 personas, de las cuales quedaron 54.”, recuerda.
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Una vez que concluya sus estudios, Laura espera trabajar en el área de carrocería de la planta de Audi.
Medio siglo atrás era casi impensable que una mujer participara en el ensamble de un vehículo, por ser un proceso que requería de cierta fuerza física, tanto para manipular los pesados componentes, como para realizar tareas de soldadura y pintura.
En México las mujeres se han empleado históricamente en actividades más orientadas al servicio, como educación, asistencia social o salud; también hubo cabida para ellas en actividades de maquilla, principalmente en la confección de prendas.
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Sin embargo, la sobredemanda de mano de obra entre las nuevas plantas armadoras y sus proveedores ha propiciado que últimamente las empresas echen mano del capital humano disponible en la región, lo que ha abierto más oportunidades para las mujeres.
Por ejemplo, Audi puso en marcha hace dos años el programa Girls Day para invitar a las jóvenes estudiantes de escuelas secundarias y de nivel bachillerato de Puebla para que se familiarizaran con el trabajo en la planta armadora. El año pasado, asistieron 111 chicas.
Habilidad mata género
La mayor participación del género femenino en sectores tradicionalmente masculinos, como el automotriz, ha sido posible gracias a la irrupción de la tecnología en las plantas.
Incluir a las mujeres en el proceso de pre soldadura en la planta de Honda, por ejemplo, fue viable gracias al desarrollo de una pistola de aluminio que por ser ligera puede ser utilizada por cualquiera. Por esta cualidad, bautizaron a la herramienta como la 'lady gun', comenta personal de la planta de Celaya, durante un recorrido para prensa.
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El uso de arneses, rieles y plataformas neumáticas también permitió a las mujeres participar en el ensamble de los vehículos, como mover motores y transmisiones de más de 100 kilos, colocar asientos y tableros.
A decir de Norma Godínez, directora Recursos Humanos de Kelly Services México, cada vez son más las empresas que además de la preparación y la experiencia, buscan otras habilidades, como liderazgo, servicio, flexibilidad y trabajo en equipo.
Por ejemplo, en la industria automotriz, que trabaja bajo estándares de mejora continua, es importante tener empleados proactivos, flexibles, propensos al cambio y disciplinados. Las compañías consultadas coinciden en que las mujeres reúnen todas estas cualidades.
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La fabricación de partes y componentes automotrices es la rama de la industria manufacturera que emplea a más mujeres (21.5% del total de mujeres ocupadas a nivel nacional), incluso más que el sector de la confección (6.4%), según datos de INEGI.
Equidad en general
Pese a que la participación de la mujer ha crecido en la industria manufacturera, México es el cuarto país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con menor participación laboral femenina. De los casi 50 millones de mexicanos ocupados, en promedio 60% son hombres y 40% mujeres.
Además en México, el salario de las mujeres es entre 4% y 12% menor que el de los varones. En 2013, los hombres percibieron un ingreso promedio de 5,611 pesos mensuales, mientras que las mujeres de 4,323 pesos, refiere el INEGI.
“Las diferencias de género en el mercado laboral persisten en todo el mundo y son especialmente marcadas en las economías emergentes. Una estrategia eficaz para reducir las brechas de género debe incluir diversos ámbitos políticos, incluyendo medidas para ayudar a conciliar el trabajo con las responsabilidades familiares”, recomienda la OCDE. (Por Ivet Rodríguez)