Lo que no vemos: el costo de oportunidad tras el sismo
Nota del editor: Este y otros artículos los puedes consultar en la edición 262 de la revista Manufactura, 19S Oportunidades ante la crisis, correspondiente a octubre de 2017.
En 1850, el economista francés Fréderic Bastiat escribió el ensayo ‘Lo que vemos y lo que no’(Ce qu’on voit et ce qu’on ne voit pas).
En ese texto contaba el efecto 'visible’ del dinero, luego de que un chico rompe el vidrio de una panadería. El gasto del panadero en reponer el vidrio daría empleo e ingresos al herrero, al vidriero y eso generaría una mayor circulación del efectivo.
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Sin embargo, señalaba Bastiat, casi nadie pregunta: ¿Qué hubiera hecho el panadero con el dinero que gastó en el vidrio? Quizá lo destinaría a un sastre o algún otro bien, que nunca llegará a sus manos, pero para la gente no lo cuestiona porque no lo ve, es lo que hoy se llamaría un costo de oportunidad y que en su tiempo Bastiat llamó la ‘falacia de la ventana rota’.
Algo semejante pasa con los desastres naturales que tienen efecto directo en la oferta y la demanda, pero no necesariamente influyen en los ciclos económicos.
En septiembre, los huracanes y los sismos golpearon entidades del país como Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, Estado de México y la Ciudad de México, en donde se concentra poco más de 33% del Producto Interno Bruto (PIB).
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En Puebla, un estado fuerte en producción automotriz y epicentro del sismo de magnitud 7.1, plantas como la de Volkswagen (VW) tuvieron afectaciones menores que no detuvieron de manera significativa la producción industrial.
Hubo algunas bajas en demanda automotriz, pero derivados de los efectos de los huracanes Harvey e Irma en Estados Unidos, que disminuyeron 6.1% los pedidos hacia México.
De acuerdo con algunas estimaciones, el parque vehicular perdido en Estados Unidos por los huracanes supera medio millón de unidades que deberán ser repuestas en los siguientes meses.
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La Ciudad de México concentra 17% del PIB, aunque buena parte de la actividad es de servicios y turismo, mientras que el Estado de México (9%) con su producción textil, química, de autopartes y acerera no sufrió graves afectaciones.
La mayoría de los otros estados afectados no rebasan 2% del PIB, por lo que se puede decir que la planta manufacturera nacional, concentrada en el Norte del país, quedó intacta.
Según Banco Base, la afectación macroeconómica será de 0.2% sobre el PIB en este año y para 2018 dependerá de lo rápido que se muevan los recursos para la reconstrucción, que captarán la industrias de materiales, acero, vidrio y otros. El efecto será pasajero y no alterará el rumbo del crecimiento.
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Aún así, no deja de haber un costo de oportunidad, que se derivará de qué tanto lograremos preparar a nuestras empresas para hacerlas resilientes frente a todo lo que les espera en materia económica. En eso sí habrá que concentrar los esfuerzos.
