Los industriales-artesanos del tequila
Nota del editor: El texto completo de este artículo lo puedes consultar en la edición 263 de la revista Manufactura, La ingeniería del lujo, correspondiente a noviembre de 2017.
Caminar por las empedradas calles de este pueblo es oler el aroma dulce que desprende el cocimiento del agave en las destilerías. También es escuchar el fuerte sonido de las calderas cuando se abren para arrojar el vapor con el que cuecen las plantas de agave tres veces al día.
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En otras épocas “era una industria familiar, en la que se improvisaban muchos procesos”, reconoce Ramón González Figueroa, director del Consejo Regulador de Tequila (CRT), organismo que vigila el cumplimiento de las normas en la elaboración de la bebida —la más popular de México en el mundo— desde hace 23 años.
Sin embargo, los sistemas de producción de las tequileras han evolucionado en aras de atender la creciente demanda de esta bebida, que pasó de 104.3 millones de litros en 1995 a 273.3 millones de litros al cierre de 2016, según el CRT.
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Servando Calderón, director general de Casa Sauza, menciona que tras la venta en 2014 de la empresa al corporativo japonés Suntory Holdings —por 16,000 millones de dólares— comenzó la fase de modernización y adquisición de equipos con mayor tecnología. Ese plan se ha consolidado hasta llegar a uno completamente automatizado y cuya estrategia se centra en conservar la pureza del tequila.