Crean mano biónica que siente
Un amputado con una mano biónica volvió a experimentar el sentido del tacto, e identificó la forma y la textura de objetos, en una novedad biomédica que abre la vía para protésis que restituyan la función de los miembros, anunciaron investigadores europeos este miércoles.
Investigadores suizos, alemanes e italianos pusieron a prueba esta mano biónica en el hospital Gemelli de Roma, en Italia, en un paciente danés de 36 años, a quien se le amputó el brazo izquierdo hace ahora nueve años tras una explosión ocurrida en su casa cuando manipulaba fuegos artificiales.
Los resultados de este ensayo clínico, que resuelve uno de los mayores desafíos que presentaban este tipo de prótesis, se publican este miércoles en la revista científica estadounidense Science Translational Medicine.
Hasta ahora las prótesis de mano móvil no habían proporcionado ninguna sensación y el usuario solía aplastar o romper los objetos cuando intentaba agarrarlos.
"Pude experimentar sensaciones que no había sentido desde hacía nueve años", explica el paciente, Dennis Aabo Sorensen, quien calificó la respuesta sensorial de la prótesis de "verdaderamente increíble".
Sorensen pudo darse cuenta de la diferencia entre una mandarina y una pelota de béisbol.
Para realizar los tests mantuvo los ojos vendados y auriculares en las orejas. De esta forma no dependía más que del sentido del tacto, precisan los investigadores.
El equipo de Silvestro Micera, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), Suiza, fabricó esta mano biónica con la que el paciente pudo ajustar su fuerza para agarrar los objetos e identificar su forma y textura.
En el proyecto también participó el Instituto de BioRobótica de Pisa, Italia.
La prótesis está equipada con sensores capaces de reaccionar a la tensión de los tendones artificiales transformando en impulsos eléctricos las informaciones emitidas cuando un paciente manipula un objeto. Las señales, convertidas en equivalentes de los impulsos nerviosos, son transmitidas a los cuatro electrodos implantados en los nervios periféricos del brazo.
"Es la primera vez que logramos restablecer una percepción sensorial en tiempo real con una protésis", señala Silvestro Micera.
Comercialización en 5 a 15 años
La intervención quirúrgica para instalar la mano fue llevada a cabo por un equipo de cirujanos y neurólogos en enero de 2013 en el hospital Gemelli de Roma, bajo la dirección del doctor Paolo Maria Rossini, que implantó los electrodos en la parte alta del brazo izquierdo del amputado.
Fueron necesarias tres semanas de ensayos antes de que la prótesis pudiera ser conectada a los electrodos por el equipo de Micera.
Tras esta operación, los investigadores y el paciente probaron la mano durante una semana. Los electrodos fueron retirados un mes después, siguiendo la legislación europea sobre ensayos clínicos. Según los investigadores, los electrodos podrían permanecer implantados y funcionar varios años sin dañar los nervios periféricos.
Sin embargo, será necesario esperar varios años antes de comercializar esta mano biónica, explica a la AFP por teléfono desde Lausana Stanisa Raspopovic de EPFL, uno de los autores de este trabajo realizado en el marco del proyecto europeo LifeHand2.
"Todo dependerá de los próximos ensayos clínicos", afirmó sin precisar el número de pacientes que tomarán parte en los mismos. Aunque opina que la comercialización sería posible "en cinco años como muy pronto y en 15 como muy tarde".
En su opinión tampoco se puede estimar en este estadio el precio de una prótesis así, pero una vez que se produzcan en serie, los costos deberían reducirse.
La próxima etapa consistirá en hacer más pequeños los componentes electrónicos para integrarlos a la prótesis y lograr también una batería eficaz, añade Raspopovic.
Los científicos cuentan con mejorar el dispositivo sensorial con el fin de lograr una mejor resolución del tacto, de forma que el paciente pueda sentir los movimientos de los dedos de forma más precisa.
"Este nuevo avance parece representar otro paso más en la creación de una interfaz hombre-máquina", afirmó Richar Frieden, profesor asistente de la escuela de medicina Icahn del Centro Médico del Monte de Sinaí en Nueva York.