Las armadoras fueron activas inversionistas en el sexenio de EPN
Este sexenio fue tierra fértil en inversiones automotrices: entre 2012 y 2018 se anunciaron cinco plantas que en conjunto representan unos 13,700 millones de dólares (mdd).
Las armadoras Honda, BMW, Nissan-Daimler, KIA y Toyota anunciaron inversiones en este sexenio, mientras que Volkswagen, General Motors, Fiat Chrysler y Mazda reinvirtieron en los complejos que ya tienen en el país.
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Enrique Peña Nieto asumió la presidencia el 1 de diciembre de 2012 y el primer anuncio de inversión en materia automotriz de su gestión ocurrió en abril de 2013, cundo Volkswagen dijo que iba a destinar 700 mdd para ampliar su planta de Puebla, con la idea de producir la séptima generación del modelo Golf.
Un mes después, en mayo, Honda informó una inversión adicional por 470 mdd para la construcción de una planta de transmisiones en Celaya, Guanajuato.
Las americanas General Motors y Chrysler continuaron con la oleada de anuncios.
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En junio de 2013, Ernesto Hernández, presidente y director general de General Motors de México, dijo en una conferencia de prensa organizada en Los Pinos que la firma iba a destinar 691 mdd para la expansión de sus operaciones en Guanajuato, San Luis Potosí y el Estado de México.
Cuatro meses más tarde, Sergio Marchionne, entonces presidente ejecutivo de Fiat Chrysler, anunció 164 mdd para ampliar la recién inaugurada planta de Saltillo, Coahuila.
En 2014, entre junio y agosto, se anunciaron tres nuevas plantas, la de Mercedes Benz-Infiniti en Aguascalientes; la de BMW en San Luis Potosí y la de KIA en Nuevo León que, en conjunto, representan alrededor de 3,300 mdd.
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En abril de 2015, directivos de Toyota fueron a Los Pinos para comunicar una inversión por 1,000 millones de dólares (mdd), encaminada a construir una planta en Guanajuato, donde ensamblará 200,000 unidades anuales de su modelo Corolla.
Dos años después, la armadora cambió de opinión sobre el modelo a ensamblar, que ahora será la pickup Tacoma.
El 'negrito en el arroz'
La oleada de inversiones parecía interminable. En 2016, Ford informó de una inversión de 1,600 mdd para construir una nueva planta en San Luis Potosí, donde pensaba ensamblar los modelos Focus a partir de 2020.
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Pero un año después, la automotriz norteamericana dijo en un comunicado que cancelaba la inversión. En su lugar, iba a invertir 700 mdd en la expansión de la planta de Flat Rock, Michigan, para producir vehículos autónomos y eléctricos, además del Mustang y el Lincoln Continental.
En una entrevista realizada en octubre de 2017, Gabriel López, entonces director general de Ford de México, explicó que esta decisión obedeció a la caída en la demanda de autos compactos, particularmente en Estados Unidos, debido a que los consumidores orientaban sus compras por autos tipo Sport Utility (SUV).
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“Debido a este cambio en las preferencias, la demanda esperada de Focus en el momento en que la planta comenzara a operar iba a ser la mitad de lo que inicialmente teníamos estimado. Entonces íbamos a tener una planta sub-utilizada y que tendría un efecto negativo para el resultado financiero de la compañía. Es por eso que el corporativo de Estados Unidos tomó la decisión de cancelar el proyecto de México”, explicó López en su momento.
La inversión que no acaba
Tras la cancelación de la planta de Ford en San Luis Potosí —que suponía una inversión de 1,600 mdd y la generación de 2,500 empleos— parecía que el presidente estadounidense Donald Trump lograba su cometido de reducir las inversiones de las empresas automotrices en México, luego de acusarlas de mover los empleos desde sus fábricas de Estados Unidos a México.
Entonces, el panorama lucía incierto para el sector, porque además de la amenaza de imponer un arancel de 35% a los vehículos que cruzaran la frontera desde México, el presidente estadounidense dijo que sacaría a Estados Unidos del TLCAN, que hasta entonces había posibilitado el libre comercio de automóviles en la región.
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Pero a un año de distancia, el escenario es otro. Las empresas mantienen sus inversiones en el país y la producción aumentó. “Pasamos de una situación que parecía completamente adversa a algo manejable”, dice Horacio Chávez, director general de KIA Motors México, empresa que abrió una planta en Nuevo León en 2016 y que en 2017 incrementó 106% su producción.
Pese a los cuestionamientos de Donald Trump, General Motors, FCA y Volkswagen arrancaron, de forma discreta, la producción de nuevos modelos en México durante 2017, con miras al mercado estadounidense.
'Por debajo del agua'
En enero de 2017, FCA inició la producción del Jeep Compass en la planta de Toluca y, desde entonces, casi 80% de las unidades producidas de este modelo cruzaron la frontera hacia Estados Unidos, según datos de la compañía.
En noviembre, Nissan puso en marcha la nueva planta para vehículos premium que construyó en alianza con la alemana Daimler, mientras que BMW continuó con la construcción de su nueva planta en San Luis Potosí, cuya apertura está prevista para 2019.
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Incluso Ford, que parecía haber hecho un guiño a la nueva administración con la cancelación de su proyecto en México, a principios de 2017, inauguró a mediados de año una nueva planta de transmisiones en Guanajuato, completó la ampliación de la de motores en Chihuahua y cerró 2017 con el anuncio de que producirá en México, y ya no en Michigan, una nueva línea de vehículos eléctricos a partir de 2020.
México cerró 2017 con una producción de 3.77millones de vehículos, 8.9% más que en 2016, y la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) prevé que hacia 2020, el país llegará a los cinco millones de unidades, una vez que BMW, Toyota y Daimler arranquen la producción de sus modelos en el país.