¿Quién manda en el mercado farmacéutico mexicano?
(Manufactura) – En términos de competencia, el mercado de medicamentos es uno de los más concurridos que hay dentro de las industrias de productos de consumo en México. Alrededor de 250 laboratorios farmacéuticos se disputan un pedazo del mercado. El nutrido número de empresas se debe al dominio que poseen los medicamentos genéricos sobre los medicamentos de patente. Con una abrumadora proporción de casi 90% contra 10% de las ventas en valor, que favorece a los genéricos.
El mercado no está exento de distorsiones y de problemas asociados con la falta de regulación. La regulación del mercado nacional de medicamentos es sumamente laxa en comparación con otros países como Estados Unidos o Chile, por citar dos ejemplos.
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El marco actual provoca que los consumidores enfrenten una sobreoferta de medicamentos genéricos, precios disparados, dudosa calidad (según nos cuentan los médicos), uso de la marca para el cobro de sobreprecios, exclusividades y lo más peligroso para el consumidor, segmentación del mercado.
Unos remedios para ricos y otros para pobres
Para explicar este punto daremos un par de ejemplos. La sustancia o medicamento que tiene el mayor número de jugadores compitiendo es el Ketorolaco, un analgésico de última generación. Un total de 50 laboratorios tienen un registro para producir el analgésico. Loratadina, un remedio infalible para las alergias, cuenta con 44 laboratorios produciéndolo. El caso de algunos antibióticos como Clindamicina o Azitromicina están en una situación parecida.
La teoría de la competencia económica nos diría que a mayor número de productores estaríamos en una situación donde los precios irían a la baja (empresas precio aceptantes). Pero la realidad no es como dicta la teoría. En la práctica, los laboratorios no se canibalizan unos a otros. Lo que hacen es fijar precios muy bajos, muy altos y a lo largo de toda la curva de demanda de un mismo medicamento.
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El problema de esta política de precios es que ante la ley los medicamentos son bioequivalentes (iguales). No obstante, el precio entre la versión más económica y la más cara varía hasta 9, 10 o más veces. Por ejemplo, la misma versión genérica de Omeprazol de dos marcas puede encontrarse desde 23 pesos hasta 216 pesos. Sin duda, un hecho aberrante.
Por esta razón, podemos afirmar que en este país hay medicamentos para ricos y medicamentos para pobres. La marca juega el papel de “impuesto” dada la reputación de quien fabrica el medicamento. En este sentido, existe una asociación estadística positiva entre la marca y el precio.
Los nuevos líderes
A diferencia de lo que tradicionalmente se piensa, no es algún laboratorio multinacional quien marca la pauta en el mercado, sino empresas emergentes que dedican parte de su actividad a la “maquila” de medicamentos. Y más aún, quienes adquieren la maquila para su reventa.
Quizá la pregunta que se está haciendo el lector en este momento es, ¿qué pasó con Marzam, Nadro y Fármacos Nacionales? Quienes hace 20 años eran los auténticos líderes en el mercado y cuyo negocio radicaba en cobrar márgenes extraordinarios y monopolizar la distribución de medicamentos en el país. O bien, ¿qué pasa con los laboratorios multinacionales como Pfizer y Roche?
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El mercado ha cambiado notablemente y ahora los liderazgos del mercado se encuentran en las cadenas de farmacias como Walmart, Farmacias Similares, Farmacias del Ahorro y Benavides. En otros países, por ejemplo, la regulación no permite que las cadenas tengan poder de negociación en el establecimiento de precios o en la preferencia por vender algunas marcas sobre otras. Pero en México, casi todo se permite en cuestión de medicamentos.
Las cadenas de farmacias utilizan a los maquiladores de bajo costo para fabricar sus medicamentos que posteriormente venden con la marca de la cadena. El punto es que las cadenas tienen gran poder de mercado, que usan para apretar los márgenes de sus proveedores y para realizar otras prácticas anticompetitivas. Algunas de las mencionadas cadenas han optado por vender medicamentos genéricos solamente de su marca, impidiendo la venta de genéricos de docenas de laboratorios que buscan un lugar en el mercado.
Poco a poco, el mercado farmacéutico se ha reconfigurado y esperamos que la tendencia continúe en los próximos años. No obstante, es necesario atender el desorden que promueve la ausencia de regulación y vigilar que efectivamente los precios correspondan a medicamentos de igual calidad y efectividad. Para que los médicos puedan hablar imparcialmente y recomendar al paciente cualquier marca de medicamento genérico, sin importar la reputación del laboratorio productor. Y más aún, establecer reglas de mercado como en otros países para prevenir que el mercado sea segmentado por los distribuidores y prevenir que los precios de un mismo medicamento no difieran irracionalmente.
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* Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.