Impuestos 'amargan' demanda de dulces típicos
La producción de ate, chilacayotes, los limones con coco, barras de guayaba, alegrías y los jamoncillos están en crisis: las ventas bajaron hasta un 50%, debido a que el gobierno les aplicó el cobro de 8% del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) por su alto contenido calórico, aunado al aumento de precios en todas las materias primas.
A partir de enero de este año, las fábricas de dulces típicos de todo el país aumentaron hasta en tres pesos el precio de su mercancía, debido a que la administración de Enrique Peña Nieto los consideró alimentos con alto contenido calórico.
Esta definición los colocó a la par de la comida chatarra, como las galletas, las botanas saladas y fritas y el pan dulce, por lo que ahora también deben cubrir el impuesto.
“Tres pesos es mucho, antes nuestro producto, subía centavos por la inflación, ni a un peso llegaba. Y ahora de un solo golpe se incrementó”, dijo Laura González, encargada de la tienda-fábrica El Cubilete, en Guanajuato, Guanajuato.
La disposición oficial, que entró en vigor en enero pasado, ha afectado la producción y venta de los negocios, mayoritariamente pequeñas y medianas empresas en las que trabajan amigos y familiares elaborando los dulces de manera artesanal, ya que las máquinas sólo se utilizan para hacer las mezclas y empacar el producto final.
En la fábrica Las Delicias, en Zapopan, Jalisco, disminuyeron el volumen de dulces porque sus compradores en los estados del norte ya no hicieron el mismo de pedidos que en meses anteriores, dijo Marisol Aguayo, administradora de la empresa.
No obstante, Las Delicias y todas estas fábricas siguen comprando materia prima para hacer frente a la poca demanda, lo que significa mayores gastos por el alza de precio que tiene el azúcar, la leche, las frutas, así como todo el material de empaque.
“No sólo fue el IEPS, también el aumentó en los precios de todas las materias primas, cuyos precios subieron 10%. Hay productos que no llevan impuesto y también subieron de precio, como el azúcar”, lamentó Juan Manuel Ávila, director general de la Dulcería La Finca, en el Distrito Federal.
Aunado a esta situación, las nuevas medidas fiscales de facturación también le complicaron las ventas de inicio de año a Edith Rangel, administradora de Dulces Rangel, ubicada en la capital de Aguascalientes. “Ni mi contador sabía qué hacer con las facturas electrónicas, un día me decía una cosa y al otro día me lo cambiaba”.
Ante esta situación, las empresas están realizando acciones y ajustes a su presupuesto para sobrellevar la crisis que los aqueja, pero todos coincidieron en que el despido de personal será la última medida que tomarán.
