Las promesas de la ingeniería mexicana
Nota del editor: Este artículo lo puedes consultar en la edición 267 de la revista Manufactura, Promesas de la ingeniería 2018, correspondiente a abril de 2018.
No es ningún secreto que México es de los países donde se gradúan más ingenieros cada año. De hecho, el Reporte de Competitividad Global 2017-2018 que publica el Foro Económico Mundial señala que, en el rubro de disponibilidad de este tipo de profesionistas, nuestro país ocupa el lugar 53 y es, incluso, uno de los aspectos en los que tiene una mejor posición.
Aunque es una buena nota hay un par de cifras que sirven para poner las cosas en contexto: al revisar la calidad del sistema educativo y la calidad de educación en matemáticas, las evaluaciones que obtiene el país son decepcionantes, pues ocupa, respectivamente, los lugares 108 y 117, de un total de 137 economías que incluye el informe. Es decir, México gradúa en cantidad, pero no en calidad.
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Un par de cifras más confirma el reto que enfrenta México: la proporción de científicos e ingenieros respecto a la población económicamente activa no es ni de 5% y, además, la inversión pública y privada en ciencia y tecnología no llega a 1% del Producto Interno Bruto, como lo exige la Ley de Ciencia y Tecnología.
Este panorama no resulta funcional en un entorno económico como en el que compite la industria mexicana, donde una ola tecnológica disruptiva dicta el rumbo de los negocios de una forma tan dinámica y cambiante que es imposible saber qué sucederá en un horizonte superior a cinco años; esta economía de conocimiento digital, de ecosistemas de emprendedores, exige el desarrollo de profesionistas altamente especializados que sean capaces de captar y traducir ese conocimiento en innovaciones para la economía y la sociedad.
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Por ello destaca el trabajo académico que han hecho los 13 ingenieros que presentamos en esta edición franquicia y que, por supuesto, intentan materializar en proyectos sostenibles a largo plazo.
Se trata de jóvenes emprendedores que intentan tener un impacto positivo, a partir de la innovación, en una decena de ramas industriales ávida de ideas novedosas que desafíen las formas tradicionales de pensamiento y producción. Cierto, sus historias son halagüeñas, aunque insuficientes para el tamaño del reto que encara la industria en México.
Desde este lado, esperamos que cada año crezca el número de profesionistas candidatos a compartir su historia en estas páginas. Por el bien de la ingeniería y la economía mexicanas, que así sea.