La revolución genómica
Nota del editor: Este y otros artículos se publican en la edición 277 de la revista Manufactura, Salud a la carta, correspondiente a marzo de 2019.
CIUDAD DE MÉXICO.- Hace unas décadas, buena parte de la industria de alimentos se enfocaba en cómo lograr mayor productividad de las tierras, con procesos de maduración de productos agrícolas más rápidos y prolongados ciclos de vida en anaquel. En tanto en la industria farmacéutica, la estrategia era buscar moléculas bioquímicas cada vez más elaboradas y potentes para combatir enfermedades. En los últimos años esas tendencias van en un sentido distinto.
Gracias a los avances en biotecnología e investigación genómica, la industria de alimentos mira ahora hacia el regreso a la producción ‘natural’ para recuperar las propiedades nutricionales, alimenticias y vitamínicas de los alimentos. Mientras que una parte de la industria de la salud busca que –a través de los nuevos conocimientos en farmacogenómicas– sea el propio organismo humano el que genere escudos preventivos o resistencias a las enfermedades para las que, en teoría, estaría predispuesto.
Estos cambios no fueron puramente científicos. Nuevas generaciones de consumidores más preocupados por los efectos secundarios de la alteración genética y bajo valor nutricional de los alimentos y el daño de las sustancias químico-farmacéuticas en el organismo, han obligado a las empresas a realizar un retorno a lo orgánico y natural. De ahí, que, hoy en día, la industria de alimentos y la industria farmacéutica cruzan sus caminos de manera simbiótica y hasta resiliente en pos de ese mercado cada vez más extendido.
Para quien crea que esto es futuro lejano., basta dar una cifra: la industria de los alimentos biofuncionales crecerá de 299,320 millones de dólares en 2017 a poco más 441,560 millones en 2022, un 67.7% más en sólo cinco años, según la investigadora de mercados Market Research.
Del lado de la farmacogenómica –una rama relativamente nueva en la medicina, especialmente, preventiva–, las predicciones de crecimiento no son espectaculares, sólo 10.8% entre 2018 y 2022 para cuando alcanzará un valor de 23,880 millones de dólares. Buena parte de este desarrollo a futuro está dado por la posibilidad de que cada individuo pueda conocer, al menos parcialmente, sus predisposiciones genómicas para responder mejor a ciertos medicamentos o alimentos, con lo cual el diseño de fármacos o de dietas y ejercicios personalizados es no sólo posible, sino cada vez más accesible.
Hoy en día, hay una decena de empresas que proveen información genética a individuos a través de estudios del ADN personal. Pero el precio aún es alto y, por tanto, el mercado es reducido, no obstante, como suele suceder con la tecnología, el abatimiento de costos hará cada vez más accesibles los precios al consumidor y, con ello, generar la data suficiente para que las industrias puedan no sólo bajar sus costos, sino manufacturar soluciones personalizadas de salud cada vez más certeras. Estamos frente a toda una revolución de la salud y la alimentación, y habrá que estar preparados para enfrentar los cambios de producción que ello implica o arriesgarse a quedar fuera del mercado.
Usted, ¿qué elige?
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