Cáñamo, melaza, cebada y otros materiales para autopartes
En la búsqueda de materiales más amables con el medio ambiente, la industria automotriz refuerza su atención hacia la utilizaciones de biomateriales como el cáñamo, los desechos del agave y los de la caña de azúcar.
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“Al igual que otras fibras como las del coco, el cáñamo se puede mezclar con polímeros para ser moldeado en cualquier forma que se requiera”, dice Stephen Clarke, cofundador de la empresa mexicana Heaven Grown, dedicada al uso de la cannabis como materia prima para las industrias del plástico y la construcción.
Un ejemplo es la compañía estadounidense FlexForm Technologies que, desde la década pasada, ha experimentado con la manufactura de paneles para puertas de vehículos hechas con una mezcla de fibra de cáñamo y sustancias acrílicas.
El procesamiento industrial del cáñamo es bastante simple. “En esencia, la fibra en bruto sólo necesita ser molida para ser usada, sin pasar por procesos que requieran la incorporación de aditivos químicos”, explica Clarke al agregar que el producto terminado posee propiedades como una menor transmisión del sonido.
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Sin embargo, el uso del cáñamo automotriz aún está en fase experimental, pero quizá en un futuro no muy lejano sea posible ver por las calles un automóvil con más partes hechas de bioplásticos.
Un adelanto de lo que viene es la empresa Renew Sports Cars, que hace unos meses dio a conocer desde Estados Unidos, un automóvil deportivo con una carrocería hecha a partir de cáñamo, comenta Clarke.
Aportación nacional
En México, las empresas automotrices así como instituciones educativas han abierto varias líneas de investigación para el desarrollo de biopolímeros.
Por ejemplo, el Instituto de Biotecnología (IBt) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), colabora con la Universidad Autónoma de Morelos, en la generación de bioplásticos a partir de melaza de caña de azúcar, a la cual se le hace reaccionar con la bacteria azotobacter vinelandii.
El material, conocido como PHB, tiene diversos usos como la fabricación de implantes y tejidos para humanos, así como la elaboración de partes automotrices.
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También destaca el trabajo del Centro de Investigación en Química Aplicada, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que investiga la generación de bioplásticos con fibras naturales 100% biodegradables, a partir de cáscara de elote, agave y desechos de cebada de cerveza, mismos que igualmente tienen aplicación en el ensamblado de automóviles.
La tendencia internacional apunta a que se ampliará la investigación en biomateriales, y México no será la excepción, porque se ha descubierto que estos materiales son ligeros, resistentes y menos contaminantes que los plásticos comunes y los metales, comenta Clarke.