México y la ingeniería del lujo
Nota del editor: El texto completo de este artículo lo puedes consultar en la edición 263 de la revista Manufactura, La ingeniería del lujo, correspondiente a noviembre de 2017.
En 2016 el mercado mexicano de lujo tuvo ventas por 3,651 millones de dólares (mdd) en ropa, joyería, lentes, relojes, productos de belleza y accesorios, 6% más que en 2015. De ahí que México ocupa el primer lugar de América Latina y se encuentra entre los 10 mayores mercados premium del mundo.
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La demanda interna de productos de alta gama explica la presencia no sólo de Armani, Ermenegildo Zegna, Hugo Boss, Rolex, Montblanc, Gucci, Prada, Christian Dior, Louis Vuitton y otras marcas internacionales. En forma paralela también ha crecido una industria mexicana enfocada en productos de lujo.
Este es el caso de la empresa Pineda Covalín, con más de 100 puntos de venta de ropa y accesorios en México y el extranjero; la platería Tane, los tequilas premium y vinos premiados, hasta la joyería de Tanya Moss y Daniel Espinosa; los zapatos de Raquel Orozco y los bolsos y accesorios Pantera (de las hermanas Laviada Diez Barroso), refieren Abelardo Marcondes, director general del Instituto LuxuryLab, y Desirée Navarro, consultora de moda y estilo de vida —autora de El libro de la moda en México, I y II, y La historia de la moda en México—.
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Otro gran ejemplo del potencial industrial en este segmento es VUHL, una marca mexicana de autos ultraligeros de alta velocidad —de los hermanos Guillermo e Iker Echeverría—, que valen más de un millón de pesos y de los que apenas se fabrican unas 25 unidades al año.