Los nuevos aranceles, una señal de fuerza contra México
l presidente estadounidense Trump busca abiertamente victorias qué presumir en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, México está dispuesto a conversar sobre esas demandas en la sexta ronda de pláticas que tiene lugar esta semana en Montreal, Canadá.
“Es a partir de (esta ronda) donde tratamos de entender esos posicionamientos”, comentó en entrevista el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, en la reunión del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés).
Estados Unidos exige que se incremente el contenido regional y nacional en el sector automotriz y que se eliminen tribunales de resolución de controversias, así como la expiración del TLCAN cada cinco años.
En todos los puntos, México ha ofrecido alternativas. “Todos necesitamos una narrativa positiva”, dijo Guajardo sobre la necesidad de “victoria” estadounidense.
Los temas que no provocan resistencia están casi cerrados. El funcionario mexicano estimó que, de llegar a un acuerdo, este puede quedar listo en julio para firmarse en septiembre, dado el límite que establecen las elecciones intermedias estadounidenses de noviembre.
Sin embargo, no descartó el fracaso de la renegociación y destacó la incorporación de Canadá al Acuerdo de Asociación Transpacífico 11 (TPP por sus siglas en inglés), que excluye a Estados Unidos.
“México no puede quedarse congelado”, afirma.
Ante los aranceles que impuso Estados Unidos a las lavadoras y paneles solares mexicanos, el ejecutivo apelará a las reglas del tratado para un acuerdo entre partes.
—El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, confirmó el martes que el TPP11 avanza, lo que revierte su posición previa. ¿Qué sucedió exactamente?
En la reunión del año pasado del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico o APEC, en Vietnam, se generaron expectativas muy fuertes a la consolidación de un acuerdo en principio para el TPP 11, una vez que Estados Unidos había decidido retirarse.
Japón ya lo tenía aprobado y querían que todos los demás lo procesáramos así como estaba, al sentarnos a esperar a que llegara Washington y regresara. México dijo que de ninguna manera mandaría señales de aprobar cosas de interés de Estados Unidos dándolos como regalos anticipados de la negociación. Ese era un muy mal mensaje en nuestro frente TLCAN.
Construimos tres pilares para sumarnos a los japoneses para conseguir el TPP. El primero fue no retroceder en la misión de acceso a mercado pactada. El segundo fue neutralizar o suspender la aplicación de temas de interés de Estados Unidos. Llegamos a 20 de ellos, como por ejemplo en biotecnología, en temas de propiedad intelectual, etcétera.
Se deja abierto que, si EU llega en un futuro, se podrá reactivar. El tercer pilar fue que tampoco se iba a aceptar una disminución de compromisos en derechos laborales de países como Vietnam y Malasia. Bajo esos principios seguimos adelante para llegar a un acuerdo.
En la reunión de Da Nang, Vietnam (en noviembre), habíamos llegado a un acuerdo pero hubo una vacilación de los canadienses, que tomó todo este tiempo hasta la reunión en Tokio esta semana, para consolidar un acuerdo que nos llevará tentativamente a una firma antes de que termine esta semana.
—El anuncio del TPP11 parece estratégico dada la sexta ronda de negociaciones del TLCAN en Montreal.
Ha sido parte de una línea muy congruente. México no se puede mantener congelado frente a un escenario difícil en el que estamos construyendo positivamente la posibilidad de un TLCAN modernizado, pero no podemos estar ausentes de la posibilidad de que eso no ocurra.
—¿Qué se espera en esta ronda?
La quinta ronda fue donde empezamos a ver los temas difíciles: donde EU puso su propuesta de sunset clause (revisión del pacto cada cinco años), etcétera. Es a partir de ahí donde tratamos de entender esos posicionamientos.
Se ha ido avanzando en capítulos en los que se puede converger con utilidad para los tres países, todo lo que me he referido como modernización: el capítulo energético, el de telecomunicaciones, el capítulo anticorrupción, las medidas fitosanitarias, el comercio electrónico y de pequeñas y medianas empresas (pymes).
Hay un conjunto de cosas que, si muchas de ellas no se han cerrado, es porque no ha habido la definición política para ello, pero están técnicamente listos para un cierre.
Estamos observando la posibilidad de empezar el diálogo sobre los temas complejos para empezar a liberar los temas en los que tenemos ya un gran avance.
Y esos temas complejos están básicamente concentrados en el concepto de sunset clause, la integración de reglas de origen, de contenido, el concepto de resolución de controversias, y los capítulos 11, 19 y 20. Es ahí donde tenemos que tratar de ser creativos y de ver cómo se pueden acomodar los diferentes objetivos.
—El presidente del Consejo Mexicano de Relaciones Exteriores (Comexi), Luis Rubio, publicó recientemente un artículo en Reforma donde decía que la resolución del problema es política, no técnica y que el presidente estadounidense necesita una victoria, ¿qué opina al respecto?
Todos necesitamos una narrativa positiva. Hemos mantenido una línea de comunicación muy directa con el Departamento de Comercio estadounidense para ir midiendo cuáles son las posibles pistas de aterrizaje de estos objetivos.
Tanto estamos conscientes de que eso es político, que hemos tenido a todos los sectores informados, y sectores que están muy comprometidos con los beneficios del acuerdo: el senado republicano, gobernadores, etcétera.
Si no estuviéramos conscientes de la complejidad política del reto, no habría este despliegue que hay para compartir con nuestros socios comerciales directos la necesidad de plantear los beneficios de este acuerdo. Creo que no se nos escapa que esto no es solo una necesidad técnica.
—¿Qué victoria se puede dar a Trump sin ceder puntos clave para México?
Para el señor Trump aumentar la regla de contenido en algunos productos importantes es un objetivo significativo, donde México tiene que estar consciente de que es para el beneficio de nuestros canales de integración que debemos de subir a un nivel transitable y operativo, que funcione, la ambición de contenido regional.
Claro, hay otros temas más complejos como el famoso contenido nacional (de Estados Unidos), que sí se aleja de los principios tradicionales de comercio internacional, que hay que analizar claramente.
En el caso de resolución de disputas, como el capítulo 11 de inversión, a México le interesa seguir siendo un destino confiable de inversiones para que los inversionistas puedan acudir a tribunales internacionales cuando lo requieran. A Estados Unidos no le interesa.
Se pensó en un sistema opt-in, opt-out. Estados Unidos sería el opt-out, México tendría un opt-in. Eso tiene complicaciones en la narrativa pero nos funciona.
—¿Cómo están los tiempos de cara a las elecciones?
La restricción que es más real es la que está más lejos en el tiempo, que es la de medio gobierno de Estados Unidos. Ellos no se van a arriesgar a llevar las cosas hasta el límite de noviembre, tendrían que tener un acuerdo firmado antes de las elecciones.
Para que haya un acuerdo firmado, necesitas garantizar 90 días entre el acuerdo en principio y la posibilidad de que lo firmes. El límite fáctico para Estados Unidos podría ser julio, porque tomaría de julio a septiembre para firmar y llegar con una narrativa a las elecciones diciendo que se firmó un nuevo TLCAN. Una solución viable en este primer trimestre sería muy positiva, pero eso va a depender del nivel de flexibilidad y la posibilidad de que haya acuerdos.
—¿La sexta ronda es clave?
Esta ronda debe de romper el tabú de los temas complejos.
Este lunes, Estados Unidos anunció la imposición de tarifas compensatorias, al utilizar un mecanismo de salvaguardas por daño, sustentado contra su industria en materia de lavadoras residenciales de gran capacidad y de paneles solares.
Las posiciones mexicanas en estas industrias no son tan sustanciales como las coreanas o las chinas, lo importante es que deben ser amparadas por consideraciones dentro del actual TLCAN.
En lavadoras empezábamos a tener jugada importante. En paneles solares, países como Malasia, China y Corea tienen 64% del mercado. México tiene 8%. En lavadoras, 58% de las exportaciones de lavadoras grandes tienen por destino Estados Unidos.
Detonaremos los mecanismos para solicitar consultas con Estados Unidos, porque existe un artículo que hay un compromiso entre las partes para excluirnos cuando no somos la parte que cause el daño en términos de impacto. Lo que permite el TLCAN es buscar una compensación mutuamente acordada. En caso de no llegar a acuerdo, México podría imponer medidas que tengan efecto comercial equivalente.
—¿Esto es una señal?
Sin duda, el no excluirnos no podemos negar que tiene un significado en sí mismo.