México falla en la revisión de TLCAN al 'combatir fuego con más fuego'
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
Escoge tus batallas con sabiduría, dijo hace siglos el estratega militar Sun Tzu.
El gobierno mexicano respondió a Estados Unidos al imponer aranceles a una serie de productos de consumo que México importa de aquel país.
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Me parece irresponsable la medida del gobierno mexicano. Más que demostrar firmeza, reciprocidad de fuerza y músculo, la respuesta mexicana afecta al ambiente de confianza de nuestro país, la cual ya se encuentra demasiado afectada.
El tipo de cambio nuevamente rebasó la barrera de los 20 pesos por dólar y el clima de incertidumbre puede aumentar conforme avance el tiempo.
El Gobierno mexicano está entregándose fácilmente a Donald Trump en su deseo de operar una salida estratégica del TLCAN. Combate al fuego con más fuego y deja ver al público que el proceso de renegociación comercial está completamente fuera de las manos del Gobierno mexicano.
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Donald Trump tiene la sartén por el mango, puesto que él desea una guerra comercial y la está encontrando en un Gobierno debilitado y que está, literalmente, de espaldas haciendo sus maletas.
Los meses de renegociación sirvieron de muy poco, puesto que ahora es imposible que ambos gobiernos encuentren una salida conciliadora y que obtengamos una renegociación satisfactoria del TLCAN. Algo que desde el inicio se veía improbable, dada la fuerza de negociación con la que cuenta Estados Unidos y los deseos personales de su presidente.
En términos del tiempo, el Gobierno mexicano muestra un sentido de irresponsabilidad y de falta de sensibilidad política, ya que dentro de un mes, México elegirá a un nuevo Gobierno, que seguramente será de un corte antagónico al actual.
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La obligación estratégica del Gobierno saliente es simplemente manejar el tiempo y mostrar mayor inteligencia en las respuestas y en las negociaciones con el Gobierno estadounidense. Pero parece que ya nos enganchamos en una guerra perdida y cuyas consecuencias pagan los consumidores.
Llama la atención uno de los aranceles que impuso el Gobierno mexicano a Estados Unidos como represalia.
Me refiero al impuesto a la carne de cerdo congelada. La carne de cerdo que México importa desde Estados Unidos es de menor calidad a la carne nacional y representa una competencia dispareja para los productores nacionales por razones de precio.
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Las importaciones de paletas de cerdo representan 43% de la producción total nacional de carne de cerdo en pie. Es decir, dado que somos un importador de carne de mediana calidad, parecería que este arancel beneficia a los productores locales.
Pero no es así, porque sabemos que los principales importadores mexicanos de carne de cerdo son los grandes consorcios de embutidos. Por ello, pueden esperarse incrementos de precios a los embutidos que consumimos en México. Las grandes empresas no van a sustituir la carne importada con la carne local.
Por esta razón es la insistencia en que las guerras comerciales conllevan pérdidas para los consumidores.
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Parece ser que el Gobierno mexicano y los negociadores sectoriales están cegados y no entienden que Estados Unidos se encuentra en una mejor posición negociadora.
Por lo pronto, podemos esperar presiones inflacionarias para productos de consumo básico, como la manzana, los embutidos y materiales para la construcción, entre otros. Y, por supuesto, mayor incertidumbre en el ambiente económico de nuestro país.