Fiat enfrenta obstáculos para su reinvención
El plan para revivir a Fiat Chrysler en Italia enfrenta obstáculos como plantas paralizadas, sindicatos renuentes y una gama envejecida de modelos, que hacen que la situación sea similar a la que le tocó vivir a la industria automotriz británica en 1982.
Su presidente ejecutivo, Sergio Marchionne, debe esperar que las similitudes no terminen allí y está enfocado en reorganizar Alfa Romeo y Maserati, en un intento por repetir en Italia lo que marcas británicas como Mini y Jaguar han logrado bajo la dirección de empresas extranjeras.
Tras consolidar su sociedad con Chrysler en enero, que muda al extranjero el domicilio del grupo y su principal cotización en bolsa, Fiat está revisando sus planes de relanzar las marcas Alfa y Maserati, con las que ha prometido revivir su producción italiana.
El Salón del Automóvil de Ginebra podría traer algún anticipo de esto esta semana, cuando la compañía lance una versión cabriolé de la cupé Alfa Romeo 4C junto con el primer Jeep de fabricación italiana.
Marchionne dijo hace poco que las plantas de Fiat tienen un futuro brillante fabricando "productos para el segmento premium, de alta calidad, con una reducida competencia, clientes más atentos y mayores márgenes de rentabilidad".
Como la industria automotriz británica, que actualmente exporta un 80 por ciento de su producción, Fiat quiere apuntar a la demanda externa. Eso podría suavizar la secuela de una crisis que lleva seis años en los mercados del sur de Europa, donde una incipiente recuperación promete ser lenta.
Sin embargo, el plan enfrenta un gran gasto de inversión, un clima de negocios difícil en Italia y una fuerte sindicalización entre sus 62.000 empleados.
"Para una marca premium se necesita una oferta amplia de autos, pero eso es muy caro y toma tiempo", dijo Sascha Gommel, analista de Commerzbank. "No estoy seguro de que Fiat pueda cumplir con eso", agregó.
En Gran Bretaña, Mini -de BMW- y Jaguar Land Rover -de Tata- se han convertido en máquinas de hacer dinero para sus matrices, impulsando la producción nacional de autos en 2013 a su máximo nivel en seis años.
La producción de Italia, en cambio, se mantuvo por debajo de las 630.000 unidades, menos de la mitad en comparación con una década atrás.
Para frenar las pérdidas en Europa para el 2016, Marchionne cuenta con combinar a la marca Alfa, cuyos precios son más altos que los de marca Fiat, junto con volúmenes más fuertes de ventas que los de Maserati.
Marchionne presentaría en mayo la nueva estrategia, que incluiría metas difíciles para una serie de nuevos Maseratis y Alfas armados en plantas como la de Cassino, al sur de Roma.
La cupé 4C tuvo un comienzo decente. Desde que salió a la venta en diciembre recibió 1.200 pedidos europeos, y se espera su lanzamiento próximamente en Estados Unidos. Las estadísticas de Maserati también son alentadoras: sus beneficios se triplicaron el último año al duplicar sus ventas a 15.400 autos.
Ninguna de las dos marcas necesita el trabajo de restauración que rescató a Mini y Jaguar de la nacionalización y su casi desaparición luego de que la producción automotriz británica cayó a menos de 900.000 vehículos en 1982. Pero Fiat tendrá que invertir muchos millones para revivir a Alfa Romeo y aumentar los volúmenes de Maserati.
El escenario de negocios italiano es otro de los desafíos. En un sondeo del Banco Mundial Italia figura 65ta. entre 189 economías por su facilitación para hacer negocios, comparado con el décimo lugar de Gran Bretaña, y las exhaustas arcas estatales tampoco ayudarían.
"El Gobierno no tiene nada para poner sobre la mesa", dijo Fabiano Schivardi, economista de la Universidad LUISS en Roma. El plan de Marchionne es visto como la "única posibilidad" para un renacimiento de la industria automotriz italiana, agregó.