Para propiciar un ecosistema emprendedor
En el hábitat que propicia la germinación de negocios, hay un conjunto de organismos interdependientes: los mercados, las políticas regulatorias, finanzas, capital humano y la cultura emprendedora. La interacción de esa comunidad biológica es lo que da como resultado un invernadero para las nuevas empresas.
Daniel Isenberg, director de Babson Global’s Entrepreneurship Ecosystem Project, y catedrático de la práctica de Management en esa escuela de Boston, identifica bien ese medio físico: lleva poco más de 30 años en la interacción con los emprendedores desde la consultoría y la academia, además de ser creador de dos fondos de capital semilla que han respaldado decenas de proyectos emprendedores.
En una fugaz visita a México para conducir un diagnóstico de emprendedurismo en Naucalpan –propiciado por CREA México, de Giulliano Lopresti–, Isenberg señaló tres obstáculos que distorsionan al ecosistema emprendedor.
1. El autoempleo
Lejos de lo que muchos suponen, el autoempleo no es un impulso primario para abrir un negocio. De hecho, reconoce Isenberg, lo inhibe. Dado que es un recurso de supervivencia, se opone a asumir cualquier tipo de riesgo, como expandir el negocio o crecerlo, “de generar valor o superar desafíos”.
Autoempleo y emprendedurismo deben verse bajo diferentes perspectivas económicas y sociales. El primero se regula bajo la etiqueta del empleo y las prestaciones sociales, mientras que el segundo debe enfocarse en el desarrollo económico y la innovación.
2. Sólo para jóvenes
Emprender implica un riesgo grande y es probable que deba intentar unos cuatro negocios antes de “dar en el clavo”. Por eso es conveniente que la gente emprenda en sus tiernos años 20, para tener tiempo de experimentar sin tener mucho qué perder, ¿cierto?
No necesariamente.
La gente de 40 y más años son emprendedores idóneos, apunta Isenberg. Han acumulado trayectoria profesional y experiencia en aspectos vitales para cualquier negocio, como el trato con el cliente, liderazgo, procedimiento, fuentes de financiamiento y administración.
La medianía de edad para emprender es una etapa fructífera, reconoce el entrevistado. “Tienen experiencia. Y la experiencia es buena”.
3. Cuestión de aulas
Los cursos y talleres, las conferencias y las mesas redondas, así como los cocteles de networking funcionan a los emprendedores. Pero no son los únicos sitios en los que puede entretejerse su ecosistema.
“En las ciudades puede haber hot spots para ellos, es decir, sitios públicos de encuentros para su interacción. Pueden ser vecindarios, calles, corredores… que además estén esparcidos por distintos puntos de esa geografía, para que los emprendedores puedan encontrarse. No esperen ver algo demasiado ordenado, sin más bien orgánico, un tanto errático, pero funcional”.
Los proyectos emprendedores pueden ser acelerados a través de esas comunidades, de esos espacios de convivencia. También con políticas públicas y con “actitudes públicas disparadoras”.
“Por poner un ejemplo, digamos que el presidente de un país visita una empresa pequeña, un emprendimiento exitoso, aunque chico. Quizá sólo permanece 10 minutos, pero se envía un mensaje de éxito e importancia”, precisa.
Todos estos elementos, reitera el catedrático, ayudan a generar un sano ecosistema emprendedor. Uno que actúe como integrador social y detonador de desarrollo económico.