¿Cómo hará Siria para destruir sus armas químicas?
Si nos dejamos guiar por el Irak de Saddam Hussein, destruir el gigantesco arsenal de armas químicas de Siria significará revisar decenas de lugares remotos en una zona de guerra mientras el Gobierno utiliza tácticas dilatorias para esconder las prohibidas municiones, dijo un experto involucrado en anteriores misiones de desarme de Naciones Unidas.
Los expertos creen que la red de armas químicas del presidente sirio Bashar al-Assad comprende remotos refugios subterráneos que almacenan cientos de toneladas de agentes nerviosos, misiles Scud, proyectiles de artillería -posiblemente armados con cianuro- y fábricas adentradas en territorios hostiles utilizados para producir gas mostaza o VX.
"Él (Assad) tiene uno de los programas de armas químicas más grandes en la región e incluso en el mundo", dijo Dieter Rothbacher, ex inspector de armas de la ONU en Irak y quien entrenó a miembros del equipo inspector que acaba de volver desde Siria.
"Se calcula que para asegurarlas se necesitan hasta 75,000 soldados", dijo Rothbacher en una entrevista con Reuters. "Nos tomó tres años destruir el material en Irak bajo supervisión de la ONU", agregó.
En primer lugar es necesario que haya un acuerdo sólido, el que se podría concretar, por ejemplo, mediante la unión de Siria a la Convención de Armas Químicas, aunque es más probable que se dé un acuerdo en el Consejo de Seguridad de la ONU en el que Damasco renuncia al control de las armas.
Esto podría ser similar a Irak, donde una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU obligó a Bagdad a declarar y destruir sus armas químicas. Ciertos ejércitos ya están preparando ese escenario, dijo Rothbacher.
Rusia propuso el lunes que Siria pueda evitar una acción militar estadounidense en castigo por el supuesto uso de armas químicas llevado a cabo el mes pasado en Damasco mediante un acuerdo para dejar sus arsenales bajo control internacional.
El programa de armas químicas de Siria, creado en la década de 1970 al parecer con la asistencia de Irán y Rusia y con los suministros de productos químicos en bruto de parte de compañías occidentales, fue diseñado para ser un contrapeso al poderío militar de Israel.
Datos de inteligencia occidental estiman que el arsenal sirio está extendido en decenas de sitios, que incluyen centros de desarrollo e investigación y múltiples bases de producción, algunas de ellas bajo tierra.
Junto a Egipto e Israel, Siria es uno de los siete países que aún no es miembro de la Convención de Armas Químicas, supervisada por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, con sede en La Haya.
Incluso si Siria sigue el plan de Rusia esbozado esta semana, que permitiría la entrada de inspectores, la historia también demuestra que no hay garantías de que no se produzcan posteriores conflictos.
La guerra civil de Siria, que ya cumple tres años, ha costado cerca de 100,000 vidas hasta el momento, sin contar al menos las 1,400 personas que se cree murieron en el ataque con gas que se produjo en Damasco el 21 de agosto.