Crece oferta de oro ético
En Perú, pequeñas mineras buscan venderlo sin intermediarios
Oro
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(Foto: Photos to Go)
Atrapado entre dos cerros desérticos en el sur de Perú, Relave luce a simple vista como una de las cientos de localidades mineras que salpican la geografía del sexto productor mundial de oro.
Su nombre, de hecho, es una referencia a los desechos tóxicos que alberga el pueblo.
Pero es también el hogar de Aurelsa, una de las primeras minas a pequeña escala del mundo en producir oro certificado y comercializado como "ético", dentro de un esquema para reducir el dañino impacto de la minería ilegal en los países en desarrollo.
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"Cuando llegamos no teníamos nada (...) ahora estamos exportando internacionalmente", dijo el presidente ejecutivo de Aurelsa, Juan Coronado, quien llegó a Relave a fines de la década de 1980 dejando a su familia en los Andes peruanos.
Coronado cuenta que solía recoger los desechos mineros para mezclarlos con mercurio y vender la amalgama a intermediarios en un pueblo cercano.
Luego, unió fuerzas con un pequeño grupo de mineros ilegales para crear Aurelsa como una empresa legal en el 2000, pasando a pagar impuestos y a regirse por las regulaciones de la industria.
En sus inicios, Coronado afirma que se las vio negras para competir con otras operaciones ilegales, hasta que en el 2011 inició conversaciones con la Alianza para la Minería Responsable (ARM por su sigla en inglés), un grupo internacional que busca mejorar las condiciones de trabajo de los pequeños mineros a través de la venta directa a clientes en el exterior.
Aurelsa, con 45 empleados, selló su primera venta al exterior a mediados del año pasado: 1 kilo de oro certificado como "ético" por ARM. Desde entonces ha exportado otros 10 kilos.
Si bien Aurelsa aún vende algo de oro a intermediarios, la firma espera que toda su producción -que actualmente es de entre dos y tres kilos por mes- sea vendida pronto directo a consumidores como "oro ético".
Existen otras tres mineras como Aurelsa en Sudamérica y, el año pasado, exportaron en conjunto 360 kilos de "oro ético" a joyeros en Estados Unidos y Europa.
Los mineros de Aurelsa trabajan en túneles bien iluminados y reciben sus remuneraciones a tiempo, lo que supone condiciones mucho mejores a las de otras minas de Relave, un pueblo conformado por unos 4,000 habitantes.
Justo frente a la mina, cientos de mineros ilegales excavan sin lentes protectores en La Capitana, una enorme roca que los habitantes locales dicen ha sido trabajada por casi dos siglos.
"En cualquiera de esos huecos tienes que gatear para poder entrar sin poder ver nada", dijo Daniel Arcos, un
ingeniero de Aurelsa.
Auge aurífero
En medio de la escalada del precio del oro a niveles récord en la pasada década, cientos de miles de personas pobres desde Perú hasta Indonesia han escarbado ríos y montañas en busca del metal precioso en operaciones al margen de la ley.
Sin los permisos ambientales y legales, usualmente usan grandes cantidades de mercurio para separar el mineral de la roca, muchas veces manejando la neurotoxina con sus propias manos e inhalándola cuando la queman.
Después venden los minúsculos pedazos a intermediarios y plantas de procesamiento que lo refinan antes de enviarlo a otras refinerías en el exterior, donde el oro recabado en todo el mundo se convierte en lingotes.
Las refinerías compran la mayor parte de su oro a grandes mineras que operan en varios países, pero expertos de la industria afirman que es imposible decir con ciencia cierta de dónde provino el oro cuando es vendido como lingotes.
La iniciativa del "oro ético" busca cambiar eso vendiéndolo directamente a los mayoristas con una prima del 10 por ciento a cambio de tener las garantías de que se cumplió con buenas prácticas laborales y se protegió el ambiente.
"Antes estaba tan frustrada con la industria", dice Amanda Li Hope, una joyera basada en Londres que fue de las primeras en adquirir "oro ético". "Ningún vendedor de lingotes puede garantizar al 100 por ciento su origen", agregó.
Li Hope vende vía online sus anillos, collares y aretes sin remordimiento y ha comprado desde el 2011 unos 130 gramos de oro catalogado como "justo".
El Gobierno peruano estima que actualmente trabajan más de 100,000 mineros ilegales en el país de 30 millones de habitantes, pese a que algunos dicen que esa cifra alcanza realmente los 500,000.
Los altos precios del oro han atraído a los peruanos pobres a la Amazonía, donde más de 50.000 hectáreas de selva fueron destruidas para crear minas aluviales, de acuerdo a científicos de la facultad Carnegie de Ecología Global.
Este auge ha tenido como resultado el vertimiento de más de 3,000 toneladas de mercurio en los ríos, afirma el Gobierno peruano.
En un área devastada por la minería ilegal, casi 80% de la población registra altos niveles de mercurio en su cuerpo, de acuerdo a investigadores de la Carnegie Institution for Science.
El boom aurífero también ha sido vinculado a males sociales, como la prostitución en los pequeños pueblos hasta el uso de menores de edad en las labores de extracción.
La producción de oro de Perú alcanzó las 150 toneladas el año pasado, pero las estadísticas oficiales muestran que se exporta casi 20% más de lo que se produce.
Uno de los directores de la consultora local Macroconsult, el economista peruano Elmer Cuba, afirma que esa es una señal de que el oro ilegal, que habitualmente está ligado al crimen organizado y la deforestación, suele ser filtrado al mercado de exportación.
Mientras que Perú intenta golpear a la minería ilegal, los que impulsan el "oro ético" afirman que la solución no yace en operaciones policiales sino en atractivos incentivos empresariales y financieros.
ARM y otro grupo, Fairtrade International, colocan sus sellos de que el oro fue extraído en forma ética y justa a cambio de que las pequeñas mineras se comprometan a cumplir con los estándares ambientales, sociales y laborales.
Ambos usan guías de cumplimiento similares y realizan inspecciones sorpresa a los mineros cuyos productos avalan.
La iniciativa busca también que las grandes empresas mineras extraigan su oro con estándares más rigurosos, así como que prevengan el comercio internacional de "diamantes de sangre" en zonas en conflicto.
Diamantes de sangre
Una de las gerentes de Aurelsa, María Rosa Reyes, dijo que se está propagando la voz de que la formalización de las operaciones mineras puede traer beneficios.
"Al no estar organizada como una compañía formal, no hay una vía legal para comprar insumos como dinamita, no hay manera de obtener financiamiento", explicó Reyes. "Y sin esas cosas no se puede producir" a escala de exportación.
El primer embarque de oro certificado de Aurelsa fue vendido directamente a Ethical Metalsmiths, una joyería en Estados Unidos.
Su directora ejecutiva, Christina Miller, dijo que la transacción demoró mucho más de lo esperado, lo que supone un potencial obstáculo para los mineros de "oro ético" que recién comienzan a exportar.
Sin embargo, Miller adelantó que planea hacer nuevas compras.
Aurelsa y otras mineras certificadas en Sudamérica podrían producir más de una tonelada de oro para 2015, estimó Kenneth Porter, el enlace comercial de ARM.
Ese volumen es una gota de agua en el océano del suministro mundial, pero representa más de 44 millones de dólares de venta en oro tomando como referencia los precios actuales.
Los que apoyan esta iniciativa consideran que a medida que aumente el suministro de "oro ético" más compradores sabrán que existe y comenzarán a demandarlo.
La directora ejecutiva de ARM, Lina Villa-Cordoba, afirmó que el siguiente paso es lograr que una gran compañía joyera se comprometa a comprar este oro. Luego, espera llegar hasta los bancos y operadores que compran el metal precioso como un instrumento financiero.
"Tenemos que encontrar la forma de crear una demanda amplia, para mover el mercado", acotó Villa-Cordoba.
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