Autoridades y aerolíneas libran la ‘guerra de la turbosina’
Las nuevas tarifas de almacenamiento de combustibles de aviación, que recientemente fueron publicadas en el país, enfrentan a la industria aérea nacional e internacional y a la Comisión Reguladora de Energía (CRE).
La primera considera que las tarifas causarán sobrecostos a las aerolíneas y consecuentemente alzas en los precios de los boletos, por lo que analiza emprender acciones legales.
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Sin embargo, la CRE se defiende con el argumento de que las nuevas tarifas homologan a México con las mejores prácticas internacionales, ya que anteriormente solo se cobraba el abastecimiento de turbosina a los aviones, pero que ahora se agrega el almacenamiento como sucede en aeropuertos de otras partes del mundo.
En un comunicado, la CRE informó que previo a la publicación del esquema tarifario —el pasado 16 de agosto— realizó diversas consultas con representantes de las asociaciones Internacional de Transporte Aéreo (IATA) y Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA), así como con la Cámara Nacional de Aerotransportes (Canaero), además de grupos aeroportuarios, Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) y comercializadores, para incluir sus opiniones y sugerencias.
Anteriormente a la aprobación de las tarifas de almacenamiento, ASA cobraba únicamente por el servicio de suministro o succión de combustible, mientras que en los aeropuertos del resto del mundo se cobra tanto el suministro como el almacenamiento de combustible.
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La CRE detalló que ASA debía cubrir los costos asociados al servicio de almacenamiento, que representan aproximadamente 656.9 millones de pesos (mdp) anuales, cifra obtenida con base en información de 2016.
"Ahora, con la aprobación de las tarifas de almacenamiento, ASA podrá percibir los ingresos por este concepto”, explicó la CRE.
Asimismo, el método tarifario consideró parámetros de costos de inversión de diversas fuentes representativas de la industria internacional, así como de 25 proyectos de almacenamiento con distintas capacidades que han sido desarrollados en el país, añadió el organismo.
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Además, se tomaron en cuenta el valor de los activos y los costos de operación, mantenimiento y administración de cada terminal de almacenamiento de ASA.
"Como resultado de la metodología tarifaria de la Comisión, el costo promedio ponderado de la tarifa máxima aprobada a ASA es de 0.150 pesos por litro, el cual es 52% menor a la tarifa promedio de almacenamiento en aeropuertos a nivel internacional, equivalente a 0.312 pesos por litro, con base en información de IATA”, explicó la CRE.
Sigue el monopolio de ASA
Contra estos argumentos, las aerolíneas manifiestan que las tarifas resultan costosas para sus finanzas y que además el nuevo esquema no frena el monopolio de ASA en materia de almacenamiento y distribución de combustibles.
“En aras de subsanar las finanzas de ASA, la CRE tomó una determinación que no tomó en cuenta nuestras sugerencias para favorecer esta competencia”, afirmó el director General de Canaero, Rodrigo Pérez-Alonso.
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En este sentido, adelantó que el sector buscará que dicho organismo reconsidere los precios, debido a que están por arriba de lo que se sugirió por ambas partes en encuentros previos.
“Lo que queremos es tener un dialogo adicional y ver de qué forma podamos continuar con la baja de tarifas a través de mayor competencia. En este momento, con la estructura actual del mercado no existen las condiciones para que entren nuevos jugadores”, dijo el representante empresarial quien estimó que la Cámara decidirá qué medidas legales emprender.
En su publicación de tarifas, la CRE especificó cuáles son las tarifas máximas aplicables a la prestación del servicio de almacenamiento de combustibles para aeronaves en 45 aeródromos en tres modalidades, tarifa base, tarifa por hidrante y tarifa por horario extraordinario.
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Pérez-Alonso mencionó que, en el caso del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), las aerolíneas pagaban 108 pesos, pero que ahora con las nuevas tarifas el precio subió a 143.98 pesos, aumento que se ve reflejado en todos los aeropuertos del país.
En promedio, un avión pequeño consume alrededor de 17,000 litros, mientras que uno de mayor tamaño 45,000 litros.
Con base en lo anterior, Pérez-Alonso estimó que la afectación económica a la industria será de 750 mdp por año, cifra que se aumentaría anualmente de continuar con las condiciones actuales y bajo el supuesto de que las aerolíneas no pagan por este servicio.