Razones económicas para desaparecer al salario mínimo
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555 . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Manufactura) — El salario mínimo (s.m.) obligatorio es una antigua política que garantiza a los trabajadores asalariados un ingreso mínimo. Según nuestra Constitución, el s.m. debe garantizar un nivel de vida suficiente para el trabajador y para su familia. Algo que como todos sabemos, no ocurre.
La teoría económica neoclásica (marshalliana), postula que el s.m. es fijado por arriba del salario de equilibrio de la economía. Esto es clave para entender la ineficacia de la política del s.m. de la actualidad.
En un sentido amplio, los impactos del s.m. según el enfoque neoclásico son principalmente dos:
- Generación de desempleo, ya que, con un s.m. por arriba del salario de equilibrio del mercado, habrá más personas ofreciendo su trabajo y menos empresas dispuestas a contratarlas a este nivel de s.m.
- El s.m. premia a los trabajadores menos calificados, dándoles acceso a un empleo con un mayor salario, inhibiendo la competencia de habilidades contra los trabajadores mejor calificados.
No obstante, en México pasa exactamente lo contrario a los puntos anteriores.
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La encuesta nacional de ocupación y empleo (ENOE) agrupa y divide los ingresos (salarios y no salarios) de los trabajadores en seis rangos, que van, desde los ocupados sin ingresos, hasta los ocupados que ingresan el equivalente a más de 5 salarios mínimos que, por cierto, solo son el 4.6% de la población ocupada.
El s.m. de México de 88.36 pesos por día se encuentra por debajo del salario de equilibrio del mercado laboral mexicano.
Pero, ¿cuál es el salario de equilibrio en México?
Sin el preámbulo del detalle técnico, el salario (ingreso) de equilibrio se encuentra, precisamente, entre más de uno y menos de dos salarios mínimos. La mediana de este rango se ubica en 132.54 pesos por día. Y, en este rango de ingreso se encuentra el 27% de la población ocupada de México.
La teoría económica establece que el s.m. tendría que estar por arriba de 132.54 pesos por día para que tuviera los efectos como los enumerados arriba. Sin embargo, el s.m. en México, está por debajo.
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Cuando el salario mínimo se encuentra por debajo del equilibrio de mercado pasa exactamente lo contrario a lo que dicta la teoría.
Es decir, hay un exceso de plazas de trabajo que pagan solo un s.m. de 88.36 pesos por día. Y, en paralelo, hay una escasez de trabajadores ofreciendo su trabajo por ese pago. Esto genera subempleo e informalidad. Es decir, los empleados abandonan a los mercados laborales subordinados debido al bajo nivel salarial.
Por otro lado, cuando el s.m. se fija por debajo del salario de equilibrio, hay un castigo y un desplazamiento hacia abajo (de la curva salarial) para los trabajadores más calificados. Porque al haber un exceso de plazas que pagan solo 88.36 pesos, cientos de miles de trabajadores calificados que no pueden encontrar trabajos (o ingresos) superiores, deben tomar una de estas plazas de salario bajo.
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La ENOE publica que 1.4 millones de ocupados con educación media superior y superior ganan el equivalente a un salario mínimo. Más aún, 3.67 millones de ocupados con este mismo nivel de educación perciben de uno a dos salarios mínimos. Estos son trabajadores educados que son desplazados y castigados por la perniciosa política del s.m.
Qué males provoca el salario mínimo
El nivel actual del s.m. distorsiona los mercados laborales. Al estar por debajo del salario de equilibrio, genera un efecto gravitacional. Es decir, jala hacia abajo a los salarios más altos porque el s.m. no respeta el nivel de calificación de los trabajadores más educados.
Genera un incentivo perverso a no invertir en educación o en capacitación.
Por otro lado, el s.m. es rígido. Sabemos que el incremento del salario mínimo de años recientes ha estado en línea con el incremento del nivel general de precios. Esto no tiene ningún sentido económico, ya que, entre otras cosas, ignora los cambios positivos (o negativos) de la productividad multifactorial en casi 5 millones de empresas mexicanas.
Además, genera un efecto “ancla” o de cangrejos en cubeta. Es decir, el incremento al s.m. es un indicador líder de los incrementos de otros salarios de la economía. Diversas empresas multinacionales basan sus incrementos salariales en el incremento del s.m.
El s.m. no solo es un salario líder de la economía, sino que es el salario (y el ingreso) más representativo estadísticamente hablando.
Debido a sus impactos negativos hay que desaparecerlo, previa modificación de la ley. Evidentemente, el s.m. no debe fijarse ni por decreto, ni por ley, ni por justicia. Es un mal económico.
Desaparecer al salario mínimo tendría un efecto positivo en la productividad laboral y total de las empresas. Promovería el incentivo de las personas a educarse, a emplearse y a competir en un mercado laboral más abierto a la competencia. Y, terminaría el efecto gravitacional que empobrece a los demás niveles salariales.
Finalmente, mejoraría la calidad y la cantidad del consumo en la economía. Y, por ende, el crecimiento económico.