La innovación abierta en la industria
Nota del editor: Esta columna se publica originalmente en la edición 273 de la revista Manufactura, El fin del secreto industrial, correspondiente a octubre de 2018.
Pareciera que hoy en día circula una fiebre por transformar compañías antes conocidas por sus productos, para ahora reconceptualizarse como empresas dedicadas a la innovación. 3M, GE, ABB y otros corporativos globales han migrado su modelo de negocio para ser potenciadoras de conocimiento aplicado en diversos grados.
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Esta resignificación se da por la combinación de cuatro modelos de cooperación:
1) Desarrollo de empresas pequeñas e incluso startups, con apoyo financiero de capital de riesgo, transferencias técnicas o de tecnología, coinversiones o jointventures, 2) convirtiéndose en aceleradoras al vincular a esas empresas en entornos de negocio y obtener así, en forma de proveeduría, las innovaciones que requieren; 3) la adquisición completa de la compañía y 4) convirtiéndose en generadores de plataformas de software de código abierto sobre el que cualquiera puede generar nuevos desarrollos tecnológicos y de conocimiento; esta quizá es una de las de mayor potencial.
Sin duda hay variantes; pero en todas está claro que el conocimiento ya no es privativo de una marca o compañía. Si bien no hay vuelta atrás en estas tendencias, existen también componentes de riesgo y no por mitos como la pérdida de patentes o la fragilidad del conocimiento. ¿Recuerda las lecciones de economía sobre la Ley de Rendimientos Decrecientes?
Con la innovación abierta (open innovation) pasa lo mismo. Cuando hay un exceso de adquisición de conocimiento y no se lleva al mercado o se hace para que no lo obtenga la competencia, la innovación pasa de ser un activo a un pasivo. Ocurre lo mismo cuando a la hora de fusionar un sistema, producto o empresa a la estructura de producción actual, no se mide la compatibilidad y afinidad de las áreas o partes correspondientes.
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Usualmente la innovación se ha medido en nuevos desarrollos, productividad y eficiencia, pero desde hace un par de años y tras un estudio realizado en China con miles de empresas que acudieron a open innovation, los economistas se dieron cuenta de que todo el desarrollo era inútil si no se medía contra la monetización y el mayor valor agregado real de las innovaciones.
Sin duda, la colaboración de mentes creativas y de cerebros que trabajan por hacer mejoras en la manufactura es una gran noticia para el mundo, pero hacerlo sin el cuidado de que eso genere retornos monetarios realmente sustentables se vuelve una carrera sin sentido. Así que una vez que usted sabe esto, dele la bienvenida a la era de la innovación. Y suerte con ella.