BLOG: Industria, ¡a escena!
En menos de un mes tuvieron lugar tres llamados para que los actores involucrados en el sector de la transformación replanteen el escenario y las condiciones donde se desenvuelve la manufactura, algo inédito en las últimas tres décadas, donde imperó aquella frase lapidaria que se le atribuye a Jaime Serra Puche: “La mejor política industrial es aquella que no existe”.
Primera llamada: Se da a conocer el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. En él, el gobierno federal se propone desarrollar una política de fomento en sectores estratégicos. “…no significa un retorno a un Estado interventor o a las distorsiones que se generaron en el pasado. Implica transitar hacia un nuevo paradigma donde el gobierno provee los bienes públicos que se requieren”, se menciona en el PND.
Segunda llamada: Tiene lugar el Primer Foro Nacional de Política Industrial en el Congreso de la Unión. Ahí se debaten temas sobre reindustralización, políticas públicas, innovación, tercera revolución industrial, productividad, alternativas del modelo maquilador, entre otros. “Hoy la ventaja competitiva sustentable es quién aprende e innova más rápido que la competencia, no quien tiene mano de obra más barata”, considera René Villareal Arrambide, presidente del Centro de Capital Intelectual y Competitividad y panelista en el foro.
Tercera llamada: El presidente Peña convoca a un acuerdo nacional para incrementar la productividad y pide a empresarios, trabajadores y academia realizar un diagnóstico certero y plantear acciones. La estrategia se basaría en cuatro ejes: mover los recursos económicos hacia donde sean más productivos; fortalecer el ambiente de negocios; elevar la productividad en el interior de las empresas y cerrar la brecha que existe en el país en productividad. “No hay que trabajar más, sino mejor”, dice el Ejecutivo Federal.
Si se tratara de una obra podríamos llamarle ‘Industria renovada’, pero falta el acto más importante: aquél donde los escuderos luchan por la doncella y el protagonista vive o muere. Me refiero a que a toda esta reflexión (sobre el futuro de la industria) habría que sumarle la necesidad de encontrar la vocación manufacturera de cada región del país. El que cinco estados produzcan 52% de lo que se exporta refleja una disparidad industrial preocupante.
Tampoco puede haber un proyecto productivo sin una estrategia contra la creciente informalidad, que mina y acaba con las habilidades productivas aprendidas por los trabajadores a través de los años en las plantas.
Finalmente hay que tener presente que la productividad no se limita a capacitar más a los trabajadores, sino también a invertir en procesos y equipos de automatización, incluso cuando muchas veces esto vaya en contra de la generación de empleos.
El final de la obra lo podremos conocer posiblemente hasta la segunda mitad de la década, cuando el trabajo de los actores comience a tener repercusiones o tal vez, no. Entonces sí, podremos ponerle título a la obra. Por lo pronto, son sólo llamados a escena, bajo una iluminación que parece propicia, la del debate.