Biocombustibles demandarán mayor producción de cereales
En las próximas décadas, el aumento en la demanda de biocombustibles a nivel mundial obligará a que una mayor parte de la producción de cereales secundarios, caña de azúcar y aceites vegetal se utilicen para su elaboración.
De acuerdo con el estudio Perspectivas Agrícolas, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en conjunto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señala que la producción de biocombustibles crecerá a tasas más altas que los cultivos.
“Esta estructura cambiante de la producción agrícola mundial pide un cambio relativo hacia cereales secundarios y semillas oleaginosas para satisfacer la demandas de alimentos, forrajes y biocombustibles, para alejarse de alimentos básicos, como trigo y arroz”, apunta el documento.
Se prevé que para 2023, 25% de la producción total de caña y 12% de los cereales secundarios se destinen a la fabricación de etanol. Países en desarrollo, como Brasil, India, China, Argentina y Tailandia se encargarán de producir la materia prima para este combustible.
En el caso del biodiesel, los organismos estiman que 14% de la producción de aceite vegetal se destinará a este fin. No obstante, la cifra puede variar e incluso disminuir, debido a un incremento en el uso de aceite de cocina usado y sebo animal para la producción del biocombustible.
La producción de granos y biodiesel la encabeza la Unión Europea, seguida de Tailandia, Argentina, Brasil, Indonesia, Malasia y Estados Unidos.
El estudio señala que en los próximos años serán los países en desarrollo los responsables de proveer los cereales secundarios, el azúcar de caña y aceite vegetal, pues las buenas cosechas les permitirán atender la demanda de materia prima para estos combustibles.
Y es que en un futuro cercano, Estados Unidos, Brasil o la Unión Europea modificarán las legislaciones sobre el tema de biocombustibles, lo que los obligará a utilizar una mayor cantidad de gasolinas que sean amigables con el medio ambiente.
Contrario a lo que la FAO estimaba hace unos años –cuando se incrementó la demanda de biocombustibles-, en las décadas siguientes la seguridad alimentaria no se verá amenazada por el uso de una parte de la producción agrícola a este fin.
En cambio, el estudio detalla que los gobiernos deben hacer esfuerzos más grandes para evitar el desperdicio de alimentos, que actualmente alcanza mil 300 millones de toneladas de comida en los basureros cada año.