Academia + empresa = mejores ingenieros
Entre los grandes retos para el México manufacturero y la prosperidad industrial desarrollar al capital humano que se requiere para la adecuada operación del equipo, de la maquinaria, de los sistemas de producción. Y esto sólo puede resolverse con capacitación.
Mónica Casalet, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), destaca la creación de instituciones de educación a nivel regional para responder a las necesidades de sectores específicos de manufactura avanzada como biotecnología, automotriz y aeronáutico, a fin de fortalecer la capacidad innovadora de los sistemas productivos.
Reconoce que es complejo adaptar los programas de estudio a las necesidades de la industria. Sin embargo, hay múltiples formas de ir especializando a los egresados; ejemplo de ello son las instancias intermedias que generan competencias específicas, muchas veces certificadas, y existe la vinculación informal que va creando apoyos e intercambios.
Los institutos tecnológicos están cumpliendo un papel importante en cuanto a formación y transferencia de conocimientos. Asimismo, los centros públicos de investigación están teniendo un papel de interlocución activa. Una alternativa es buscar la formación de consorcios, clústeres y articulación efectiva entre comunidad académica y empresas para intercambiar problemas de formación y articular la transferencia de conocimientos.
“Bajo un concepto multidisciplinario, surgen tendencias de convergencia tecnológica (rompimiento de especialidades) con impacto en políticas para estimular el emprendedurismo. Hay un tejido que se está articulando a nivel de las regiones y se está expresando de manera codificada”, explica Casalet.
Que la IP y la escuela se acerquen más
El sector privado juega un papel importante. Aunque a veces: “Mantiene una actitud pasiva, en muchos casos es quien lleva el liderazgo durante la creación de alianzas con las universidades. Es crucial que sea proactivo, que no espere a que el gobierno llegue a ayudar o que las instituciones educativas busquen el acercamiento”, señala Ramón Padilla Pérez, oficial de asuntos económicos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Tal parece que todo es cuestión de hacer una buena sociedad e irla cultivando para tener resultados favorables.
Nicolás Roman, consultor de la especialidad de Ingeniería y Manufactura de Hays, grupo internacional de reclutamiento profesional para puestos de mando medio y alta gerencia, recomienda que las universidades inviertan más recursos en generar vinculación con las empresas. Coincide en que la mayor oportunidad está en los sectores de elevado crecimiento y con procesos más complejos. “Abrir una nueva carrera puede ser complicado, es una decisión que debe ir acompañada de que esos profesionales puedan emplearse, primero deben identificar qué perfiles necesitan las empresas”.
Si las universidades entran en paralelo con esos procesos de promoción de negocios y trabajan desde temprano en tener las carreras que las industrias están demandando, podrán ofrecer mejores perspectivas para los ingenieros. Este es un trabajo a largo plazo, la decisión de instalar una nueva planta toma en promedio tres o cuatro años, además del tiempo que transcurre para su apertura.