Países buscan detener degradación de los suelos
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Los 195 países miembros de la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (CNULD) iniciaron el martes un diálogo de alto nivel en Ankara, Turquía, en busca de un acuerdo para detener la degradación de los suelos a nivel mundial y así apuntalar los esfuerzos contra el cambio climático que se firmarán en París en diciembre próximo.
Las negociaciones fueron inauguradas por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en una sesión conjunta con la secretaria ejecutiva de la CNULD, Monique Barbut, y otros funcionarios de la ONU y de Turquía.
Erdogan destacó el impacto de la degradación del suelo en la gente más pobre del asunto, por lo que lo definió como "un asunto moral". Como ejemplo, el mandatario turco citó la desertificación como uno de los factores para la migración trasnacional en la región, en un momento cuando Turquía acoge 2.5 millones de inmigrantes de Siria e Iraq.
No sólo la tierra se está degradando, sino con ello "la conciencia de nuestras sociedades se está desertificando", indicó Erdogan antes de hacer votos para que los compromisos adoptados en la COP de Ankara sirvan de apoyo a la COP en París.
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A través de un mensaje escrito, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon respaldó "la intrínseca conexión" entre la degradación del suelo, conflictos armados e inestabilidad política en varios puntos del planeta.
Desertificación, en la mira del mundo
Los 195 delegados reunidos en la capital turca analizarán una propuesta del secretariado ejecutivo de la CNULD para alcanzar en 2030 la neutralidad en la degradación de los suelos. Esto es, prácticamente rehabilitar tierras a la misma velocidad que otras se degradan.
Esta meta está respaldada por uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (el 15.3) firmados en septiembre pasado por Naciones Unidas en Nueva York. La adopción de una meta de recuperación de tierra abonaría a las negociaciones de la Convención Marco de Naciones Unidas contra el Cambio Climático (CMNUCC), que celebra su próxima conferencia de las partes (COP) en diciembre próximo en París con altas expectativas para lograr un acuerdo global.
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Aproximadamente 25% de los suelos del planeta se encuentran degradados, mientras que el mundo continúa perdiendo más de 10 millones de hectáreas por año, según cifras de la CNULD.
Esto equivale a 100,000 kilómetros cuadrados o un poco más de la superficie total de Oaxaca. Los costos de la pérdida global del suelo oscilan alrededor de 40,000 millones de dólares (mdd), según el Consejo Mundial de Negocios en Desarrollo Sostenible (WBCSD, por su acrónimo en inglés), una cifra mayor al gasto total del sistema de seguridad social en México (IMSS) programado para 2015.
La degradación del suelo, conocida en su fase más avanzada como desertificación, es la consecuencia de un modelo de desarrollo económico (principalmente de actividades agrícolas y extractivas) que no ha tomado en cuenta la necesidad de rehabilitar constantemente los suelos, los cuales en realidad son un recurso irrenovable pues toma en promedio 1,000 años generar una capa de un centímetro de suelo, según la CNULD.
La degradación de suelos ha ganado atención en los últimos años debido a su relación estrecha con el cambio climático, pues el primer fenómeno es al mismo tiempo causa y consecuencia del segundo.
Esto se debe a que la degradación de los suelos libera a la atmósfera el carbono capturado en forma de biomasa (plantas y animales), lo cual contribuye a agravar las sequías, inundaciones y otros eventos meteorológicos severos que caracterizan al cambio climático, precipitando nuevamente el círculo vicioso.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), la máxima autoridad científica a nivel internacional en la materia, estima que la pérdida de carbono del suelo por agricultura y cambios en el suelo fue causante del 24% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera en 2010, lo cual pone a este sector como principal emisor sólo por debajo de la producción de energía (25%) y por arriba de la industria (21%).
Al mismo tiempo, el crecimiento de la población mundial —que se estima pase de 7,000 millones actualmente a 9,600 millones en 2050, según la ONU— y su consecuente demanda de alimentos ponen presión adicional sobre el manejo de suelos.
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Se estima que para alimentar a las nuevas bocas será necesario aumentar un 70% la producción global de alimentos, lo cual contrasta con una pérdida de 12% en la productividad de la tierra debido a su degradación, lo cual se calcula que lleve a un aumento de 30% en el costo de alimentos en los próximos 25 años, según un reporte conjunto publicado en septiembre pasado por la ONU y la Agencia de Cooperación Alemana, titulado 'La Economía de la Degradación del Suelo'.
En México, la degradación se debe tanto a procesos naturales como a otros inducidos por el hombre y es considerada severa o extrema en el 47% del territorio, lo cual significa una amenaza "grave" para la productividad, según un informe de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y la Universidad de Chapingo.
Aunque los costos de este fenómeno no han sido estudiados a fondo, investigadores de la UNAM y del Instituto Nacional de Ecología estiman que al país le cuesta anualmente entre 260 y 528 pesos por hectárea, lo cual equivale a la mitad de los subisidios federales entregados a través del programa Procampo para la producción de maíz blanco.
La degradación del suelo es evidente en estados como Sonora, Yucatán, Oaxaca, Pachuca, Querétaro y Jalisco, y ha exacerbado la escasez de agua en 17 de las 21 principales ciudades del país, dijo en entrevista el delegado de México en la CNULD, Jorge Luis García, subgerente de Inventario y Monitoreo de los suelos Forestales de la Conafor.