Desaprovechadas, las denominaciones de origen
El caso del tequila debe servir de ejemplo para que los productores nacionales aprendan a aprovechar todo el potencial económico que se puede lograr con las denominaciones de origen, ya que no sólo se beneficia el producto final, sino también toda la cadena productiva y otras actividades relacionadas como el turismo.
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"Los retos que tenemos es que se utilicen y se exploten estas denominaciones. De nada sirve que se publiquen en el Diario Oficial de la Federación si no se usan”, aseguró Miguel Ángel Margáin, director general del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) en entrevista con la agencia informativa Notimex.
Una denominación de origen consiste en un distintivo que se otorga a un producto por sus características naturales, es decir, por las particularidades físicas que le brinda la región donde se elabora, como la altitud, el agua o la calidad de la tierra.
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Pero también influyen los factores humanos y las técnicas que se usan para elaborar el producto, "como jimar en el caso del tequila, pues existen muchos destilados de agave, pero solo los que cumplen con ciertas características se denominan tequila”, explicó el funcionario.
Inventario diversificado
Cuando se otorga la protección a la denominación de origen, el titular es el Estado mexicano. De modo que las solicitudes deben de venir de los gobiernos estatales, de los municipios o de las asociaciones de productores.
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Actualmente, en México existen 15 denominaciones, cinco de las cuales son de bebidas espirituosas, a saber: tequila de Jalisco; mezcal de Oaxaca; bacanora de Sonora; sotol de Chihuahua, Coahuila y Durango, y la charanda de Michoacán.
Asimismo, ”se tienen tres denominaciones para productos no agrícolas, es decir artesanías, como la talavera de Puebla y de algunos municipios de Tlaxcala; el olinalá, que es una madera de Guerrero, así como el ámbar de Chiapas”, comentó Margáin.
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También existen denominaciones para productos agrícolas como el café de Veracruz y el de Chiapas; el mango Ataúlfo de Chiapas; el arroz de Morelos; el chile habanero de la península de Yucatán; la vainilla de Papantla y la más reciente, hace dos meses, el cacao de Grijalba, de Tabasco.
Solicitudes pendientes
En cuanto a las medidas de protección, el funcionario hizo ver que los productores mexicanos cuentan con instrumentos legales.
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Todos los tratados de libre comercio cuentan con un capítulo dedicado a la propiedad intelectual, para salvaguardar dichos nombres cuando existen denominaciones de origen.
Asimismo, México pertenece al tratado internacional de Lisboa, a través del cual 29 países reconocen las denominaciones de origen nacionales, salvo algunas excepciones, comentó el funcionario.
Por lo pronto, todavía están pendientes solicitudes para productos agroalimentarios, así como peticiones de municipios para extender las denominaciones vigentes, por considerar que se repiten las mismas condiciones naturales y humanas para los productos que les interesan, dijo Margáin.
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"El mezcal, por ejemplo, empezó en Oaxaca, pero hay estados que también tienen esta tradición, como Guerrero, Michoacán, Zacatecas, Puebla y Durango, por lo que tenemos solicitudes de otros municipios que se quieren unir a esta denominación”, concluyó el funcionario.