México más cerca de cumplir su sueño de volar
Nota del editor: Este artículo lo puedes consultar en la edición 266 de la revista Manufactura, El primer avión mexicano, correspondiente a marzo de 2018.
A finales de 2017, el avión Halcón 1 (H1) hizo sus primeras pruebas de vuelo, un hecho en sí relevante, pues se trata de la primera aeronave diseñada por una empresa mexicana, Horizontec.
El prototipo, hecho con fibra de vidrio y madera compuesta, representa una labor de cinco años, tiempo en el que la empresa diseñó, consiguió proveedores, y lo ensambló hasta hacerlo volar.
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Aunque hay antecedentes sobre aeronaves diseñadas en México —el caso más reciente es el de la empresa Oaxaca Aerospace, que trabaja en el desarrollo de un avión militar—, el proyecto de Horizontec y sus Halcones 1 y 2 va más allá, pues implica el intento más serio para establecer una industria con sello nacional.
Cierto; la mayoría de los componentes son importados y no se han desarrollado localmente, pero su relevancia va más allá: en primer lugar, el diseño y la ingeniería pertenecen de inicio a una empresa mexicana que, en segundo lugar, ha basado la consolidación de este proyecto en una alianza con el Centro Nacional de Tecnologías Aeronáuticas (Centa) —del gobierno— y de la Universidad Aeronáutica en Querétaro (UNAQ), demostrando que los modelos de triple hélice —tan laureados en otros países— funcionan también en México.
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Además, creer en un modelo industrial basado únicamente en el desarrollo de contenido nacional de partes y componentes no es una visión del todo acertada. Los grandes fabricantes de aviones, por ejemplo, nunca han tenido como meta armar sus unidades con 100% de las piezas producidas en sus países de origen; por el contrario, tercerizan la manufactura y ensamble de partes y componentes en diversas locaciones y agregan valor a través del diseño, la vanguardia tecnológica y la innovación de sus aeronaves.
Es un modelo que debe seguir la manufactura mexicana: el que prioriza el diseño y la generación de valor sobre el ensamble de componentes que, aunque es importante, no resulta trascendental en una economía disruptiva y digital como la que vivimos.
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Y no es un tema de economías desarrolladas. Basta revisar el caso de China, que pretende desarrollar un avión hipersónico capaz de desplazarse de Pekín a Nueva York en dos horas. Para lograrlo, ha apostado a una estrategia de vinculación entre industria e instituciones científicas, en una clara señal de que los modelos de bajo costo están dejando de ser sostenibles en todo el mundo.
México, que vive horas críticas con la renegociación del TLCAN, debe entender esto y crear un ecosistema de innovación que propicie la incubación de más empresas como Horizontec y menos dedicadas al ensamble simple. ¿Usted lo haría?