Machina pretende triunfar en el mercado de ropa inteligente
En 2011, Machina era un proyecto de tesis rechazado por profesores que veían la combinación de moda y tecnología como una propuesta futurista, sin potencial en el mercado.
Pero Antonio Perdigón, responsable del proyecto, estaba convencido de sus posibilidades. Unió esfuerzos con Linda Franco, mercadóloga y socia en otras iniciativas, quien a su vez llamó a su amigo el ingeniero en electrónica Daniel Fernández. Juntos crearon Machina, una firma de diseño de ropa inteligente.
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Los emprendedores tocaron las puertas de Wayra que, al contrario de lo sucedido en la universidad, creyó en ellos. La aceleradora de Telefónica inyectó a la iniciativa sus primeros 50,000 dólares en 2012. Con ese capital, los emprendedores crearon su producto insignia, la MIDI Controller Jacket, una chamarra para hombres que integra sensores para crear música con movimientos del cuerpo y que se sincroniza con dispositivos iOS y Android.
El producto llamó la atención de bailarines y músicos y sus principales consumidores están en Estados Unidos y Asia, donde, además, producen sus prendas. “A la fecha, no encuentras telas innovadoras en México”, lamenta Franco, directora general de la firma, que viaja constantemente a Taiwán, donde tiene lugar la fabricación.
Machina, que se trasladó de la Ciudad de México a San Francisco en 2014, ha levantado 500,000 dólares de inversionistas de México y Estados Unidos, como Eric Descombes, director general de la agencia creativa FCB México o la aceleradora Highway1, y a través de la plataforma de crowdfunding Kickstarter, en la que recaudó 77,000 dólares.
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La innovación y el lanzamiento de nuevos productos han permitido que la firma de moda reporte un crecimiento de 24% anual, a través de la venta directa y el licenciamiento de su tecnología a marcas externas.
En el mercado de ropa inteligente, que en 2024 tendrá un valor de 4,000 MDD, según la consultora Global Market Insights, Machina se enfrenta a gigantes como Google, que en 2017 lanzó con Levi’s una chamarra con sensores; Nike o Ralph Lauren, además de una docena de start-ups.
Todas tendrán que convencer al consumidor de su valor. “El ritmo de adopción ha sido más lento de lo que estimamos. La gente no está dispuesta a pagar un alto precio por los beneficios que obtiene”, comenta Alyed Tzompa, CEO de Vivoxie, start-up mexicana que desarrolló un guante que permite interactuar en entornos virtuales.
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Bruno Juanes, socio responsable de Innovación y Manufactura en la consultora Deloitte, considera que la ropa inteligente para retail sigue siendo una curiosidad respecto de las prendas para sectores industriales, como minería o siderúrgicas, que generan datos que las empresas usan para emitir alertas o hacer mediciones. El experto prevé que alianzas como la de Google y Levi’s acelerará en cinco años la adopción, pero el precio será clave para llegar al público.
Ése será un reto más para Machina, que además de tienda en línea tiene tres puntos de venta en la Ciudad de México y dos más en Nueva York y San Francisco. La empresa ha demostrado a quienes no le veían futuro que puede tener un destacado papel en la industria de la ropa inteligente.
Para continuar con esa línea, la compañía lanzará este año su colección para hombres High G Training, que integrará la tecnología OBE, que ya patentó en México, Estados Unidos y Taiwán y que amplía las funcionalidades.
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“Lo que pasa en el juego, lo sientes en tu cuerpo. En salud por ejemplo, si tienes un hombro lastimado y estás en rehabilitación, la ropa te dice si estás haciendo bien el ejercicio o no. Medimos niveles de estrés, calorías, ritmo cardiaco. También puedes escuchar música y contestar llamadas”, apunta Franco.