El destino final de la basura electoral es un asunto pendiente
El proceso electoral culminó con la votación de las autoridades federales y locales que resultaron ganadoras el pasado 1 de julio; sin embargo, la historia aún no termina para la basura electoral, pues la mayoría de los partidos políticos incumplió con la ley.
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Lo anterior, porque los partidos y sus candidatos todavía usaron materiales contaminantes para el medio ambiente en la fabricación de comunicación exterior como pendones, lonas, flyers, trípticos, cartas, espectaculares y carteles, entre otros.
En los comicios de este 2018, el polietileno, polipropileno y poliuretano aún fueron la base de la fabricación de la propaganda electoral, materiales que tardan hasta 80 años en biodegradarse, lo que infringe el Artículo 202 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE).
Dicho ordenamiento exige que el material usado en la comunicación de las campañas electorales deberá ser fabricado con materiales biodegradables y/o reciclables, que no contengan sustancias tóxicas o nocivas para la salud y el medio ambiente.
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“Las pancartas están hechas de papel y se cubren de una película polimerica (polietileno) responsable de que este material se degrade en 80 años. De ahí, la importancia de que se busquen otros materiales para la elaboración de la propaganda electoral”, refiere en entrevista Magdalena Trujillo Barragán, investigadora de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Al cierre de las campañas electorales en la Ciudad de México, se recolectaron 9.6 toneladas de basura de propaganda política en 169 vialidades, lo que implicó una disminución de más de 80% respecto de las 77.5 toneladas recogidas en 100 vialidades en 2012, según la Agencia de Gestión Urbana (AGUCDMX).
Esta disminución en la basura se debió en parte a la intervención de la sociedad a través de las redes sociales. Sin embargo, los partidos políticos violaron la ley al no producir su propaganda con materiales biodegradables ni establecer un plan de reciclaje.
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Jaime Slomianski Aguilar, director de la AGUCDMX, explicó recientemente que el material retirado del mobiliario e infraestructura urbana tras 90 días de las campañas electorales se acopia y se traslada a la estación de San Juan de Aragón, lugar en el que se ubican dos gremios de recolectores, quienes llevan, por cuenta propia, los desechos a las compañías privadas que reciclan los diversos materiales.
“Nosotros llevamos el material, fundamentalmente lonas de plástico y pendones de plástico con madera y cable con los que se sujetan, a San Juan de Aragón donde el Gobierno de la Ciudad de México colocó bandas y equipamiento para facilitar la labor de estos gremios, quienes separan, recolectan y reciclan la basura derivada de la propaganda electoral. Es decir, ellos venden lo que recolectan”, comentó el funcionario en una declaración pública.
Un nuevo camino
Como una solución a la acumulación de basura electoral, Trujillo Barragán propone instaurar la elaboración de pancartas con base de papel, pero cubiertas de ácido poliáctico (PLA) que es un biopolímero biodegradable, que se obtiene de fuentes renovables como el almidón de maíz o de caña de azúcar.
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“Dependiendo del espesor de la película de PLA, la pancarta podrá degradarse en cuatro o cinco años en vez de los 80 años que hoy por hoy deben de transcurrir para que los materiales de polietileno, polipropileno y poliuretano se biodegraden”, comenta la experta.
La investigadora refiere que la investigación que inició en 2012 surgió de la petición de la compañía Café Gabilondo de investigar vías para fabricar vasos en recipientes de papel, pero sin película plástica de polietileno.
Así, el proyecto realizado de la mano de estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la UNAM —y que contó con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)— aprovecha la estructura del PLA para adherirlo al papel de la propaganda, en lugar de usar pegamento, componente que hace contaminante a la comunicación electoral.
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Es decir, el proceso de manufactura utilizado es la extrusión (modelado) y después la adhesión de la película de PLA bajo calor y presión. De forma que se obtienen láminas o papel ahulado, abunda la investigadora.
En el caso de las mantas se pueden utilizar materiales naturales, como el yute, para luego cubrirlos con polímeros biodegradables que se pueden descomponer, en vez de utilizar lonas de PVC, abunda la doctora con 25 años de experiencia en procesamiento de plástico.
Olegario Sosa Aguilar, gerente de Innovación de Nuevos Servicios de Alcamare —comercializadora, procesadora y exportadora de desperdicios de papel y plástico— comenta que la lona es un producto que ya no tiene vida a través del reciclaje, porque está hecha de fibras como poliaminas.
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“Regularmente, el tipo de lona que se fabrica a nivel nacional se ocupa como combustible alterno. Es decir, 95% se quema y se utiliza como combustible alterno por su combustión lenta, propiedad que aprovechan los grupos ladrilleros como Cemex o Cementos Tolteca”, Olegario Sosa.
Al respecto, la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC) comenta que las lonas utilizadas en espectaculares o fachadas de casas habitación por lo general son reutilizadas para cubrir espacios en mercados, campamentos “y muchas veces aprovechadas por las mismas familias en sus casas”, al estar elaboradas de un material combinado de plástico y textil, que la hace resistente.
Lo que falta es que los partidos políticos se acerquen a los grupos de investigación académica para conocer las alternativas que tienen a su alcance, en aras de fabricar propaganda electoral sustentable.
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“Además, es necesario el financiamiento de estos proyectos de investigación para que la tecnología se desarrolle a nivel industrial y no se quede sólo en pruebas de laboratorio”, precisa Trujillo Barragán.
Segunda vida
Lo buena noticia es que los trípticos, carteles, cartas y demás material impreso utilizado durante el proceso electoral de este año puede reciclarse y convertirse en otro producto como conos de papel higiénico y pastas de cuadernos, entre otros.
“Todo ese material de folletería para anuncios de candidatura, al estar hechos a base de tinta, pasa por un triturador y después se compacta por toneladas para enviarlas a diversas compañías que utilizan la macilla de ese material para hacer cono de huevo, caja de zapato o caja de cereal”, explica Sosa Aguilar.
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El representante del Grupo Internacional de Reciclaje precisa que este material tiene un valor comercial de 50 centavos por kilo y compañías como Kimberly Clark, Biopapel y Grupo Carbajal adquieren las pacas del material triturado y compactado para ocuparlo en sus procesos de fabricación.
De forma que, estas compañías vuelven a hacer una molienda e introducen el material en una máquina llamada Fulber que separa —a través de agua caliente y químicos—, tintas e impuresas para hacer de nuevo una masilla y convertirla en conos de papel higiénico, huevo, vasos económicos, etcétera.