Manufactura ¿sin industrialización?
Los grandes cambios nunca llegan solos. De la mano de la era digital, que busca lograr la mayor eficiencia y costo mediante la utilización de datos y la interconexión de máquinas que prácticamente no requerirían del hombre para procesos rutinarios, llega también el cambio de paradigma hacia una economía circular que no solo pretende la eliminación de la huella medioambiental de la industria, sino revolucionar los mercados para crear nuevos ciclos económicos de productos e insumos.
Abrazar una economía circular puede llevar a nuevos empleos y mercados, pero también a la muerte de los fabricantes que no entiendan hacia dónde deben dirigir sus esfuerzos. Tanto por razones de demanda por un consumidor final que busca productos que no impacten en la emisión de carbón, como por las nuevas directrices de regulación en regiones como Europa o Asia que buscan eliminar desechos y daños ambientales, la manufactura se enfrenta a repensar sus procesos productivos, las materias primas e incluso los ciclos económicos de los productos.
La producción en serie que dio origen a teorías de 'industrialización' como el Toyota System o la 'obsolescencia programada' a la que tanto éxito le debe la industria electrónica y de telefonía (y que significa millones de toneladas de equipos anuales convertidos en basura con una simple línea de código programado), se verán en breve reemplazados por procesos 'desindustrializados' que fabricarán objetos a la medida y personalizados que al término de su vida útil puedan ser reutilizados total o parcialmente para alcanzar un Nuevo ciclo de vida en el mismo o diferentes productos. El cambio que demanda la economía circular no es tan simple como fortalecer el reciclaje y ayudar al medio ambiente. Implica al menos tres cambios de dimensiones fundamentales:
1) Una nueva dimensión del diseño con base en la información y tecnología (desde el big data, el internet de las máquinas, la inteligencia artificial, la impresión 3D, blockchain y otras tecnologías similares, hasta los impactos en los procesos de globalización y la organización de las actividades económicas a través del espacio y los actores).
2) La redimensión de la demanda, en la que el factor demográfico o de poder de compra no necesariamente serán los decisores de producción fundamentales. Derivado de un nuevo consumo los territorios y ciudades podrían cambiarse por comunidades o áreas de influencia.
3) Repensar la estrategia geográfica global de cadenas de suministro, de plantas de producción, de logística e incluso comercialización de las manufacturas.
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El planteamiento de una nueva manufactura 'desindustrializada' (es decir, sin procesos fabriles como los conocemos hoy), probablemente derive en una nueva concepción de valor donde el valor de un producto no será de su uso en sí mismo sino en la dimensión de su factor de remanufactura, reuso, restauración.
Bajo estos parámetros, la emisión de desechos industriales se reducirá entre 80 y 99% mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero disminuirán entre 70 y 90% según estima la Ellen MacArthur Foundation, que trabaja desde 2017 con el World Economic Forum en estudios para acelerar la adopción de la economía circular en la industria.
Por ejemplo, solo el diseño de nuevos empaques generará un Nuevo Mercado de más de 10,000 millones de dólares con un potencial de impacto en negocios aplicados por más de 2 trillones. Algo similar ocurrirá con las industrias del plástico, alimentos, textiles y calzado, entre muchas otras que mutarán por complete sus lógicas de negocio, producción, escala y todas sus decisiones fundamentales.
¿Cuánto faltará para que eso repercuta en México? Muy probablemente menos de lo que nos imaginamos.
Las metas del WEF apuntan a 2025, y para entonces las nuevas lógicas de la economía circular deberán estar presentes en toda la cadena de producción. Para muchos sectores, el tiempo de reinventarse, de hecho, ya se ha ido o está por pasar, y para otros, el reloj empieza a sonar. ¿Logrará su empresa ser parte del cambio?