Más que un telar
La resistencia a la abrasión y al desgarre es uno de los principales atributos que los textiles para uso industrial deben tener para ser competitivos en el sector automotriz, rubro que liderará la demanda de los textiles denominados ‘técnicos’ hacia 2025, según un reporte de Allied Market Research, gracias al interés de los consumidores por los “acabados de alta gama” en los vehículos.
Esa “demanda de lujo y confort” ha propiciado una tendencia alcista en el mercado textil automotriz, según indica un reporte de Transparency Market Research. De hecho, la demanda de textiles automotrices estimada hacia 2024 asciende a 5.14 millones de toneladas contra 3.81 millones en 2015, una buena razón para que empresas del ramo textil desarrollen soluciones encaminadas a aprovechar esa oportunidad de negocio. Tal es el caso de Tejidos y Acabados Industriales (TAISA), empresa de Jalisco que pertenece a Grupo Industrial Corvera. En 2016 emprendió una estrategia para crear un “sistema integral de innovación tecnológica para el desarrollo de textiles industriales por medio de manufactura avanzada para el sector automotriz”, según indica una presentación oficial donde la empresa expone las razones para acceder a recursos del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), del Conacyt.
El plan incluyó el desarrollo de una máquina para producir tejidos con ángulo de los hilos especiales con el fin de lograr telas de “mayor resistencia y vida”. Para concretarlo, TAISA – que rechazó participar en este artículo por razones de seguridad– se apoyó en el Centro de Investigación de Materiales Avanzados (Cimav) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
Sinergia valiosa
Bajo esta sociedad, Raúl García y Juan Pablo Mora, profesores del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI) del instituto, desarrollaron – tras dos años de diseño e investigación– una máquina capaz de modificar el ángulo de entretejido (generalmente a 90°) de los hilos horizontales y verticales; es decir, la trama y urdimbre que dan vida a la tela.
García Huerta explica que tener un ángulo de entretejido mayor a 90° mejora la resistencia mecánica de la tela haciéndola ideal para ciertas aplicaciones automotrices, que era el mercado meta de TAISA. Pero más allá de tejer a un ángulo determinado, esta máquina –ya en uso en la planta de TAISA– puede modificar tela a un ángulo deseado.
“Es diferente a otras propuestas que sólo permiten tejer a un ángulo determinado, con la desventaja de que una vez tejida ya no la puedes cambiar. Esta máquina recibe tela ya tejida –no es un telar– y lo modifica a un ángulo deseado. Esa flexibilidad le da un valor agregado. No te casas con un telar que sólo hace tela a 120° entre trama y urdimbre, sino que puedes modificarlo según las necesidades de los clientes”, expone.
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¿De México para el mundo?
El diseño de la máquina fue crucial para lograr esa flexibilidad. A decir de Juan Pablo Mora, se buscó que la máquina fuera modular, de tal forma que el ángulo podría variar según los requerimientos de producción, “una diferencia sustancial respecto a investigaciones y desarrollo de maquinaria similar”. Los desarrolladores consideraron que el equipo era lo suficientemente novedoso para solicitar al Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI) el modelo de utilidad bajo el nombre de “Torre para telar con enjullos en módulos para fabricar urdimbres con diferentes tramas en la misma pieza textil”.
El reconocimiento que lograron en julio pasado avala a la máquina como única, al menos en México. “Una máquina igual, no existe”, señala Mora. De acuerdo con el IMPI, un modelo de utilidad es un perfeccionamiento técnico que constituye una mejora práctica en el objeto que se desarrolle, adapte o modifique, y para otorgarse debe cumplir con los requisitos de novedad y aplicación industrial; es decir, no necesariamente tiene que ser un desarrollo tecnológico para el mundo en tanto sea innovador para su entorno y aplicable. No obstante, según Mora, el instituto ya realiza búsquedas internacionales para determinar la protección a nivel global a través de la patente respectiva.
“Es el paso que sigue, pero aún no podemos afirmar que a nivel global haya otra (máquina) parecida”, afirma García.
Ganar-ganar
La protección global de esta máquina aún tiene camino por recorrer; sin embargo, su sólo desarrollo augura una oportunidad de negocio para TAISA, que junto con el ITESO posee la propiedad intelectual; sin embargo, el instituto cedió los derechos de explotación comercial a la textilera. Esta es la que puede aprovechar las propiedades del equipo para producir y ofrecer a sus clientes tela con determinadas características.
García añade que la mayor ganancia para el ITESO es a nivel reputacional. “Ellos (TAISA) tienen los fines comerciales (y) si quisieran podría venderla. Sería otra posible aplicación a futuro”. Nada descabellado si se toma en cuenta que en 2018 se registraron 133,500 envíos de telares sin lanzadera –los de mayor volumen en el mercado–, 39% más respecto a 2017, según datos de la Federación Internacional de Fabricantes de Textiles (ITFM, por sus siglas en inglés) que recaba información de más de 200 empresas de maquinaria textil”.
Juan Pablo Mora afirma que es difícil cuantificar el costo de un equipo como el que desarrollaron, dado que el precio varía conforme el nivel de sofisticación que tiene un equipo. Puede ser más caro comparado con un telar convencional que teja en 90°, dice, pero “es difícil cuantificar un desarrollo que ya está protegido. Eso debería cambiar –de facto– el valor del equipo a priori”.