Cuando los pacientes belgas que temen haber sido contaminados por el coronavirus acuden al hospital universitario de la ciudad de Amberes –al norte de Bélgica–, el primer rostro que ven no es el de una enfermera con mascarilla, sino el de un robot vagamente humano.
El aparato, fabricado por la empresa belga ZoraBots, saluda a los recién llegados y ‘lee’ los datos del paciente proporcionados por un cuestionario rellenado previamente por el potencial enfermo.
El robot toma su temperatura y se asegura de que lleva correctamente una mascarilla,antes de evaluar la probabilidad y gravedad de infección, y enviarlos hacia lugar apropiado de la clínica.
No se trata de un robot para diagnóstico, sino como herramienta útil para reducir los contactos del equipo médico con pacientes potencialmente infectados antes de ser admitidos en el hospital.
"Si el paciente tiene temperatura o no llevar correctamente mascarilla, aparece en pantalla el mensaje: 'tiene usted un problema, no puede entrar directamente al hospital'",explicó el doctor Michael Vanmechelen.
"Entonces, tiene que ser examinado. El Robot no trabaja nunca solo, siempre actúa en apoyo de un empleado del hospital",agregó.
En este periodo de progresivo retorno a la normalidad, tras un largo confinamiento de la población, "habrá una multitud de personas que deberán ser sometidas a test (pruebas)", dijo Fabrice Goffin, uno de los dirigentes de ZoraBots.
La compañía de soluciones robóticas tiene su sede en la ciudad de Ostende, en la provincia belga de Flandes Occidental. Fue fundada en 2011 y tiene unos 1,500 robots en todo el mundo, de acuerdo con información de la empresa.
Desarrolla soluciones integrales para los campos educativos, cuidado personal y de grupos vulnerables y para entretenimiento.