La industria frente a la resistencia antimicrobiana
A fines de 2018 JBS, uno de los mayores procesadores de proteína animal de Estados Unidos, tuvo que retirar del mercado 5,443 toneladas de carne de res debido a un brote multiestatal de infecciones por Salmonella vinculado a este producto. Las investigaciones realizadas por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedad, autoridades estatales y el Servicio de Inocuidad e Inspección de los Alimentos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, llevaron a un solo lugar: la planta de Tolleson, en Arizona, una de los nueve complejos de donde JBS procesa carne de res en el país vecino.
El brote derivó en 400 casos de personas con salmonela en 30 estados de ese país y para la compañía de origen brasileño, el impacto fue notorio en sus finanzas. Entre octubre de 2018 y marzo de 2019 la compañía anotó una baja en sus ingresos por el orden de 131.4 millones de dólares, de acuerdo con los reportes trimestrales de ambos periodos; solo en su división de procesamiento de carne de res.
La salmonelosis es considerada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), una de las enfermedades transmitidas por los alimentos que con más frecuencia se notifican en todo el mundo; y que presenta resistencia antimicrobiana (AMR por sus siglas en inglés) o farmacorresistencia. Esta, según la Organización Mundial de la Salud, es concebida como la capacidad que tienen los microorganismos como las bacterias, los virus y algunos parásitos de impedir que los antimicrobianos, (los antibióticos, por ejemplo), actúen contra ellos, provocando que los tratamientos habituales se vuelvan ineficaces y las infecciones persistan generando con ello padecimientos más complejos y en ocasiones, mortales.
A nivel global, la AMR signfica un riesgo cuyo daño económico podría ser comparable al de la crisis financiera mundial de 2008-2009 debido “al aumento espectacular de los gastos en atención sanitaria, al impacto en la producción de alimentos, el comercio y los medios de vida”, entre otros efectos considerados en el reporte “No Podemos Esperar: asegurar el futuro contra las infecciones farmacorresistentes”, elaborado por el Grupo de Coordinación Interagencial (IACG) sobre la resistencia antimicrobiana, integrado en 2016 por representantes de la FAO, la OMS y la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE) entre otros.
El origen del problema
Según el artículo ‘Salmonella resistente a los antibióticos en el suministro de alimentos y el papel potencial de las alternativas a los antibióticos de control’, publicado en 2017 por el Centro Nacional para la Información Biotecnológica de Estados Unidos, la salmonella presente en granjas de engorde presenta un porcentaje de resistencia a múltiples antibióticos incluyendo estreptomicina (30.9%), gentamicina (12.6%), por mencionar algunos.
Entre las principales causas de la resistencia antimicrobiana están el uso excesivo, insuficiente o inapropiado de antibióticos, según Alberto Casarín, presidente del consejo de Grupo Nutec, firma de nutrición animal.
Hoy se necesita una mezcla de antibióticos para el tratamiento de infecciones, cuando hace unos años sólo era necesario administrar uno o dos cuando era un caso grave
Luis Lauro González, presidente del Consejo Nacional de fabricantes de Alimentos Balanceados y de la Nutrición Animal (CONAFAB), asegura que la raíz del problema en el sector alimentario viene de malas prácticas y la utilización de antibióticos como promotores de crecimiento en las granjas de engorda de la cadena de producción de proteína animal.
Actualmente, organismos internacionales como la FAO, la OMS y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), ya han tomado cartas en el asunto para tratar de frenar el impacto de la RAM, preo también las empresas. En 2016 más de un centenar de compañías biofarmacéuticas, de diagnóstico, genéricas y biofarmacéuticas basadas en investigación y asociaciones comerciales de 20 países conformaron en AMR Industry Alliance, un esfuerzo por industria para encontrar soluciones sostenibles frente a la problemática.
¿Existe alguna estrategia similar en México? ¿Qué están haciendo los industriales de México y el mundo para contrarrestar la resistencia microbiana?.
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