Chrysler, la vida detrás de la automatización

Automatizar fue la clave. La irrupción de máquinas y brazos robóticos en el piso de producción, permitieron a Chrysler triplicar su producción, con 80% menos errores, recuerda Roberto Gutiérrez, el ingeniero mecánico que dirigió la automatización de la planta de Toluca, a principios de los años 90. 

La firma tuvo que sortear diversos retos, sobretodo de capital humano, antes de alcanzar estas cifras.

La planta de Toluca tenía un ritmo de ensamble de un vehículo cada tres minutos. Pero tras la apertura comercial, la demanda creció. "Tuvimos que incrementar la producción y la automatización parecía la única salida”, dice Gutiérrez.

A la planta llegó una primera orden de 10 brazos robóticos. “La primera barrera que tuvimos en ese momento fue encontrar profesionales con los conocimientos necesarios para realizar la automatización. En ese entonces las universidades no ofrecían esos perfiles.

”¿Qué hicimos? Desarrollar el personal. Preguntamos quién quería especializarse en ese campo y un ingeniero químico alzó la mano”, relata Gutiérrez.

Otro reto fue cambiar el chip de los empleados. “Estaban acostumbrados a trabajar de una forma y la llegada de La primera camada de brazos robóticos cambió todo el paradigma”.

Involucrar a los trabajadores en el proceso fue la clave para sortear el reto. “Dejamos que ellos dieran ideas de cómo mejorar los procesos y las áreas de trabajo”.

A esta primera ola de automatización, siguieron otras dos. En el 2000, la plantilla de robots en la planta de Toluca llegó a 80 y en 2007 creció a 500.

“Con el arranque de la producción de la Dodge Journey se pasó de un proceso semi automatizado (en el área de carrocería) a uno completamente robotizado”. Gracias a esto, el ritmo de ensamble se triplicó y llegó a un vehículo por minuto.

Actualmente Chrysler produce alrededor de 500,000 unidades al año, 90% de las cuales se destinan a la exportación. Un volumen que, a decir de Gutiérrez, no hubiera podido alcanzarse con procesos manuales.