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BLOG: Estrategias para alcanzar la madurez en el negocio

jue 12 septiembre 2013 03:01 PM
trato, acuerdo, pacto, competitividad, negocios
trato, acuerdo, pacto, competitividad, negocios - (Foto: Jupiter Images)

Toda empresa, desde su constitución, se encuentra en un continuo proceso de desarrollo que alienta su crecimiento. En este fenómeno se pueden identificar etapas que ayudan a definir su creciente grado de madurez. Aunque no todas las empresas nacen para volverse eficientes y poderosas, sí es indispensable medir lo que quieren hacer, hasta dónde quieren llegar y para qué se sienten capaces, con el fin de pasar al siguiente nivel.

Una empresa es la creación que se abre camino en el mundo de los productos, los servicios y el dinero. Convertirla en un negocio viable es reto de los dueños, quienes tienen que superar diversas dificultades. Las compañías que llegan a abrirse camino al paso del tiempo, se convierten en el sustento de una familia o hasta de una comunidad, la cual sigue adelante para producir riqueza, generar empleos y ayudar a construir un país.

Los primeros pasos

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La etapa inicial representa una prueba de talento y compromiso de los fundadores. Casi siempre resulta ser una fase tumultuosa e incierta, la mira está puesta en labrar un porvenir. Aunque hay quienes parten de un plan de negocios ambicioso, que en la mayoría de los casos no se ve todavía a futuro. Existe gran vigilancia sobre el flujo de efectivo que en estas etapas es escaso y debe ser administrado al no contar con acceso a un financiamiento institucional.

Negocios en movimiento acelerado

Para asegurar la rentabilidad de una organización, hay un impulso por volverla más productiva. En esta etapa, empieza la segregación de funciones, ya sea por procesos, departamentos, con personas que traen métodos y experiencias: un contador, vendedores, gerentes de producción o de sistemas. Los objetivos y la estrategia son de mediano plazo, hay algunas conjeturas de planeación, de futuro previsible, de presupuestos que se materializan en esquemas, asimismo, análisis de datos.

El negocio redituable

En la siguiente etapa, puede verse que muchas situaciones han cambiado aun cuando el número de trabajadores haya sido reducido. Lo más visible es que los dueños se han separado de las actividades cotidianas; están dedicados a los aspectos estratégicos en la búsqueda de cierto tipo de institucionalización. En este punto, es seguro que agentes del mercado, competidores, proveedores e instituciones financieras se hayan afianzado a este negocio.

A un paso de las grandes ligas

La empresa madura ha consolidado el proceso de institucionalización con las estrategias de visión y misión. Hay una estrecha vinculación entre los Recursos Humanos, materiales y tecnológicos con la estrategia de largo plazo. Los integrantes de la compañía saben en qué negocio están, hacia dónde se dirigen, por eso definen los proyectos en función de la empresa; no del dueño o la familia fundadora.

Una organización madura no necesariamente debe tener ventas por muchos millones de pesos. Lo que la vuelve interesante es que tiene una posición en el mercado, se ha ganado el respeto de la comunidad económica. En esta fase, los sistemas informáticos, aunque no sean los más avanzados, son suficientes para aportar la visibilidad para la toma de decisiones. No es primordial que todas las pequeñas y medianas empresas (Pymes) lleguen al nivel de madurez, pero sí es importante que los directivos puedan evaluar ese nivel de desarrollo e institucionalidad. Tienen que saber dónde están parados.

Ventajas de medir el grado de madurez

Es importante saber dónde se encuentra la compañía, cuáles son sus objetivos y con qué recursos puede alcanzarlos. Si quiere dar un paso en otras ligas, debe saber cuán atractivos y competitivos son sus productos y líneas de producción, además de conocer si lo que necesita es un socio industrial, un capitalista o un distribuidor. Todo esto es lo que buscan conocer los bancos, los inversionistas, incluso quienes colocan deuda y capital en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). A las empresas maduras se les mide por el estado de resultados, la rentabilidad, la calidad del personal y la innovación de sus procesos o tecnologías.

Aunque existen empresas que crecen sin financiamiento externo, es decir, reinvirtiendo únicamente sus recursos propios, es importante que las organizaciones que quieran crecer tengan presupuestos y planes estratégicos para asegurarse de que contarán con los recursos necesarios en el momento adecuado.

*El autor de este texto es Luis López, socio líder del Segmento de Empresas Medianas de KPMG en México

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Manufactura
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