Podemos ver la guerra de las marcas por mantener su participación de mercado. La industria automotriz debe sostenerse ante la enorme complejidad que implica participar en una economía en la que los pronósticos se ajustan a la baja.
Se torna particularmente difícil por los tiempos que requieren las marcas automotrices para programar las órdenes de producción que permitan satisfacer la demanda del mercado. Es decir, la empresa que haya mostrado demasiado optimismo en sus pronósticos tendrá inventarios más grandes de lo esperado, lo que al mismo tiempo implica que tendrán que ofrecer incentivos costosos para desplazar las unidades, generando un efecto artificial en el resultado total de ventas, ya que un buen número de unidades se estarán desplazando por una oferta especial y no por una demanda natural de los consumidores, lo que se traduce en que los números ofrecidos por las marcas automotrices en su conjunto, serán más optimistas de lo que en condiciones naturales deberían serlo, con resultados financieros por debajo de los objetivos.
El hecho de que la Secretaría de Hacienda haya bajado la expectativa de crecimiento para 2014 de 3.9% a 2.7% es un mensaje que a las empresas no les favorece, pero probablemente a los consumidores sí, ya que si estamos atentos a las ofertas que se presentarán en las próximas semanas, los consumidores podrán encontrar oportunidades para comprar vehículos por debajo de los precios que estos se venderían, si la economía creciera a la tasa pronosticada.
Los beneficios que los consumidores obtendrán en esta época del año, pueden estar representados con incentivos en efectivo por la compra de contado o planes de financiamiento mucho más flexibles, acompañados de algunos premios como tenencia, seguro de cobertura amplia o mantenimientos gratuitos, lo que hace más atractiva la compra, por lo que si usted está dudando en comprar o no un vehículo, mi recomendación es que no lo dude, este es el mejor momento para adquirir un automóvil nuevo.
Sin embargo, si analizamos en su contexto lo que esto implica para la industria, estaremos ante un escenario bastante negativo, ya que 2014 desde su inicio ya había mostrado su debilidad en cuanto a ventas domésticas, misma que se terminó de mostrar en su justa dimensión al cierre de los primeros cuatro meses del año, mostrando que no hay un crecimiento, por lo que si las empresas comienzan a tener ajustes en sus órdenes de producción a estas alturas del año, y la economía se recupera en el segundo semestre, el escenario sería doblemente malo, ya que les tomaría unos meses regresar a los volúmenes ideales de producción para satisfacer la demanda y pondrían en riesgo su participación del mercado.
De esta forma vemos cómo la industria en su conjunto ha decidido mantener sus expectativas optimistas, una muestra de ello es los más de 45 lanzamientos que hemos visto desde el pasado mes de enero a la fecha, en donde prácticamente todas las marcas han mostrado una renovación a su portafolio e inclusive han agregado nuevos productos a su mezcla, por lo que podemos ver que que el optimismo continua, esperado que se cumpla la promesa de crecimiento para el segundo semestre.
El entorno es complicado. Al cierre del primer semestre los hechos muestran un mayor número de modelos, la entrada de una marca que no participaba en el mercado como Hyundai con tres modelos, cada uno con varias versiones y equipamiento, que entran en segmentos de alto volumen de ventas, lo que implica que al tener un pastel que ha sido del mismo tamaño en la última década, la rebanada de cada empresa se volverá más delgada, claro con excepción del nuevo participante.
Por último y para acabarla de complicar, la Secretaría de Hacienda emite una revisión a la baja para crecimiento de la economía nacional, por lo que seremos testigos de una buena guerra entre las marcas automotrices por defender el tamaño de su rebanada de mercado.
