La primera semana de junio de 2014 pasará a la historia de la industria automotriz en México, por coincidir en lanzamientos de vehículos con tecnologías altamente eficientes para el consumidor mexicano.
Nissan puso a disposición de sus clientes el Leaf, un vehículo 100% eléctrico que ofrece una autonomía de hasta 160 kilómetros. Por su parte, BMW dio conocer el precio para su venta en nuestro país del deportivo BMW i8, un vehículo que ofrece una autonomía de transportación eléctrica de al rededor de 35 kilómetros y que ofrece un rango extendido debido a tener un motor a gasolina.
Las reacciones de los consumidores fueron de reclamo, debido al alto precio de la tecnología; el Nissan Leaf inicia su venta en el mercado Mexicano a un precio de 545,500 pesos y el BMW i8 en 2,299,900 pesos, lo que nos permite observar que si bien existe un gran interés por parte de los consumidores en adquirir este tipo de tecnología que reduce de manera importante las emisiones al medio ambiente, también es cierto que el precio de la tecnología en este momento se ubica muy por encima de las expectativas y capacidad de compra del consumidor promedio en nuestro país.
Si los creadores de políticas públicas se hubieran enfocado en hacer su tarea, hoy algunos consumidores podrían ver esta alternativa de transportación como algo viable. En los países desarrollados, con precios similares estos vehículos ya están teniendo ventas razonables, pues ahí se manejan beneficios por incentivos gubernamentales y alianzas alcanzadas tanto con los tres niveles de gobierno, como con las compañías encargadas de distribuir la energía eléctrica a precios atractivos para los poseedores de vehículos que demandan electricidad, mejor conocidos en inglés cómo Pulg In y que podríamos traducir como “Enchufables”.
De tal forma que más allá de quedarnos con el mensaje de si son caros o no los vehículos eléctricos, considero que es mejor proponer cómo es que podría el gobierno de nuestro país hacer que estas tecnologías puedan ser adquiridas por los consumidores, lo que mostraría su interés por que se continúen desarrollando estas aplicaciones tecnológicas y así alcancen en un futuro un mayor volumen de ventas, para que con el crecimiento y perfeccionamiento de estas tecnologías se logren con el tiempo precios más cercanos a lo que la gente pueda pagar sin recibir un incentivo, como en el caso de los vehículos nuevos con tecnologías convencionales.
Me permito ofrecer una lista de acciones que permitirían al consumidor voltear a ver estas tecnologías como una alternativa de compra.
1. Estos vehículos deben ser deducibles, de esta manera las personas que participamos en la economía formal podríamos descontar de la declaración anual la compra de un vehículo que beneficia al medioambiente y el gobierno estaría mandando una señal clara de apoyo al desarrollo de tecnologías limpias en beneficio de la población, de la misma manera estaría haciendo una promoción de su compromiso por desarrollar innovación tecnológica.
2. Lapsos. Para evitar abusos enfocaría esta deducción a personas físicas y con la intención de que no sea un costo en efectivo para el erario, ofrecería que el costo total del vehículo en deducciones se alcanzara en cinco años con créditos equivalentes al 20% del costo total en cada año. Si una persona compra un Nissan Leaf por ejemplo, tendría créditos fiscales para su declaración de al rededor de 110,000 pesos, aplicable a su ejercicio anual del año correspondiente a la compra del vehículo y un crédito idéntico para los cuatro años posteriores.
3. Menos impuestos y tarifas eléctricas distintas. Eliminaría el pago de tenencia vehicular de estos vehículos en todo el país, acreditaría el IVA de las personas físicas y eliminaría por completo el ISAN. Por último emitiría un mandato presidencial a la CFE para que realizará las adaptaciones eléctricas sin costo en las casas de las personas que adquieran un vehículo que requiere conexión a la luz, ya que por un lado se requiere una modificación de la toma de corriente de 110V a 220V, garantizando que por el consumo de su vehículo no perdería los beneficios de precio que otorga el subsidio residencial, ya que una vez perdiendo el subsidio, la recarga diaria de un vehículo eléctrico puede costar mas caro por kilómetro recorrido que un vehículo a gasolina, debido a los altos costos de la energía eléctrica en nuestro País.
Sin ninguno de estos incentivos, la decisión de compra de los consumidores por un vehículo eléctrico en México es muy poco probable, ya que en el rango de mas de 545,000 pesos hay opciones muy atractivas y mucho más confortables para la transportación.