Industria láctea en peligro por nuevo etiquetado
La industria láctea está preocupada por la discusión sobre el etiquetado frontal, que hoy se debate en el Senado. El problema, argumenta, es que la mayoría de sus productos son altos en grasas por naturaleza y reformularlos para evitar los sellos de 'Alto en grasas' u 'Alto en azúcares' es más caro que para otras industrias, como la refresquera.
“Los envases de productos infantiles, con todas las tablas nutrimentales que nos pide el gobierno cumplir, más los sellos de advertencia, harán que sea difícilmente atractivo cuando el producto es sano y mucho más beneficioso que los refrescos. No creemos que nuestro producto de canasta básica debería verse así, ya que confunde al consumidor real”, comenta Raúl Katthain, director general de Cuadritos, la empresa que desarrolla la leche orgánica Bové y las bebidas vegetales Güd.
El directivo comenta que las leches a base de semillas o vegetales, como las de almendra, por ejemplo, tienen más grasas naturales, por lo que estaría etiquetado con uno de los sellos altos en grasa cuando no necesariamente es grasa mala.
“La reformulación de productos para poder cumplir con el etiquetado tendrá que ser básicos en las empresas de leches alternativas. El problema de esto es que también podrá afectar en sabor y el costo, ya que muchas veces las azúcares u opciones naturales no calóricas son más caras”, agrega Katthain.
El mercado de la leche alternativas en México ha tenido un crecimiento importante en los últimos cinco años y sus ventas pasaron de 2,479.4 millones de pesos en 2012 a 3,395 millones en 2017, de acuerdo con cifras de Euromonitor.
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Entre las empresas con mayor participación en este segmento se encuentran Coca-Cola, con AdeS y un crecimiento de 14% de 2017 a 2018; Danone, con su marca Silk y un crecimiento de 87%; Calahua, con una baja en su desempeño de 34%, Lala con un incremento del 38%, Cuadritos (y su leche Güd) con el 36% y Terrafertil de Nestlé con un crecimiento de 1,033%, de acuerdo con un reporte de Tetra Pak, que advierte que el alza de este segmento en el mismo periodo fue de 30.5%.
“Hay una decena de puntos que quisiéramos mejorar. Por ejemplo, como esta la norma ahora, la leche blanca, que es la mayoría del producto que nosotros tenemos, tendría sellos porque tiene grasa, azúcares y son propios de la leche no están añadidos, son intrínsecos. Las saborizadas sí, porque ahí le agregas un saborizante o endulzante que tiene calorías”, comenta René Fonseca, director general de Cámara Nacional de Industriales de Leche (Canilec).
La leche de sabor representa 7% de la producción industrial de leche, según la Cámara.
En el mercado aún sigue liderando la venta de la leche entera con ventas por 51,442 millones de pesos en 2017.
"En algunos casos sí tendremos que pensar en una reformulación, pero no hay mucho margen y en algunos productos tendremos que dejarlo como está", agrega Fonseca. Es el caso, por ejemplo de la mantequilla con sal, que tendrá sello por grasa y por sodio. "Esperaríamos que cuando salga el producto no será sorpresa. La principal desventaja es que no incentiva a reformular, de tal manera que si un queso pueda evitar sellos, se va a hacer pero por su propia naturaleza de queso, tendría más parecido a una goma”.
Actualmente, está en discusión la NOM 051 en la que se delinea la implementación del sistema de etiquetado frontal, que propone sellos de advertencia en forma de hectágonos, que tienen que especificar los excesos de calorías, sodios, grasas, azúcares, grasas saturadas, grasas trans, edulcorantes, el uso de cafeína, entre otros. Además de que contempla una serie de lineamientos para su publicidad.
"Es un tema muy polémico, va a tomar un cierto tiempo de asimilación, ya que habrá que analizar el impacto real en cada modelo de negocio de cada empresa y de cada sector. Tiene que haber un análisis en temas de publicidad, nuevas directrices en ingredientes”, señala Ernesto Algaba Reyes, socio del despacho Hogan Lovells.
Por el momento, la única industria que ha estado a favor de esta implementación es la de los refrescos, representada por la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (Anprac), que está integrada por 120 embotelladoras de bebidas en México. La semana pasada señaló que el etiquetado es una herramienta adicional a programas educativos para ofrecer información clara, transparente y sencilla.
La industria refresquera reformuló su portafolio en los últimos cinco años. Así logró reducir 7.2% el contenido calórico de sus productos en seis años. Además, diversificó el portafolio y, en la actualidad, una de cada dos bebidas es baja o sin azúcar, con una reducción de hasta 50% en contenido calórico.