Surcoreanos no abandonan las fábricas
Cientos de surcoreanos han rechazado la posibilidad de dejar las fábricas en Corea del Norte que quedaron en medio de un agrio estancamiento entre ambos países, elevando el riesgo de convertirse en rehenes para mantener sus plantas funcionando.
Para aquellos surcoreanos que ya cruzan a trabajar a través de la frontera más fortificada del mundo y hacia uno de los estados más represivos, las tensiones de esta semana fueron otro recordatorio de su precaria subsistencia.
También mostraron cómo los surcoreanos se han habituado mayormente a las amenazas de su vecino pobre y belicoso.
Se prohibe la entrada a Kaesong
El miércoles, Pyongyang prohibió el acceso al parque industrial Kaesong, donde 123 firmas surcoreanas -pequeñas en su mayoría- emplean a 50.000 trabajadores norcoreanos para fabricar ropa, zapatos y otros productos.
"Tengo cuatro personas que dependen de mí en mi familia. No fuimos allí por razones políticas, fuimos allí para ganarnos la vida", dijo Kwon Bo-sun, un conductor de camión de 44 años que estaba esperando en la ciudad de Paju, en la frontera surcoreana, a ver si le permitían ingresar suministros.
Pyongyang ha permitido a los gerentes y a los trabajadores de las fábricas surcoreanas dejar Kaesong, ubicada unos 5 kilómetros dentro de Corea del Norte.
Pero de 828 personas que pasaron la noche allí, sólo 222 dijeron que querían volver a Corea del Sur el jueves, mientras que el resto intentando mantener sus fábricas funcionando.
Muchos surcoreanos esperaron todo el jueves en Paju, con la intención de ingresar. Algunos expresaron preocupación de que un corte en la provisión de gas pudiera afectar la operación de equipamiento en sus fábricas.
Fuerte Inversión en el Parque Industrial
Se estima que las compañías han invertido alrededor de 500 millones de dólares en el parque industrial desde que fue inaugurado en el 2000.
Corea del Norte volvió a advertir el jueves que podría cerrar la zona en represalia por lo que ve como ejercicios militares "hostiles" de Estados Unidos y Corea del Sur, que se han incrementado en respuesta a las amenazas de guerra de Pyongyang.
Muchos surcoreanos son usados en la retórica de Corea del Norte, que sigue técnicamente en guerra con Corea del Sur después de que un armisticio, y no un tratado de paz, puso fin al conflicto coreano de 1950-53.
La zona económica de Kaesong genera 2.000 millones de dólares al año y los norcoreanos reciben un salario mensual promedio de 130 dólares. Si perdieran ese empleo, sería difícil conseguir otro en una economía que se ha contraído en los últimos 20 años.