Escasez de fabricantes de autobuses para discapacitados
En México el 6.6% de la población tiene algún tipo de discapacidad, de acuerdo con datos a 2013 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Dentro de ese universo, 51.4% son personas de la tercera edad. Pese a la amplitud de este segmento, resulta escasa la producción de vehículos de transporte público con características para atender las necesidades especiales.
"No hay proveedores de camiones cortos de entrada baja para la sustitución de unidades", comentó Roberto Remes, director de la Fundación Ciudad Humana México. Añadió que Dina tiene un modelo conceptual "que apenas va a iniciar su producción a gran escala". En tanto, la empresa china Haiger tiene un modelo con un escalón de 10 centímetros que adquirió una sola ruta que circula al sur del Distrito Federal.
En la categoría de autobuses de pasajeros ocurre algo similar: escasean las propuestas. Una de las existentes es de Navistar, que tiene un modelo con rampa descendiente.
El fenómeno se repite en otros sistemas de transporte. El metro, el trolebús, el tren ligero y el tren suburbano cuentan con rampas y elevadores sólo en algunas estaciones, por lo que la movilidad de los casi seis millones de personas con discapacidad en el país está restringida al uso de taxis... que por cierto, tampoco tienen adaptaciones para ese perfil poblacional.
Sólo el sistema Metrobus, que circula en las principales ciudades del país, las estaciones y los camiones son accesibles para esta población, porque así fueron concebidos, explicó Remes.
Caros, pero se pagan solos
Un autobús para transporte público completamente accesible para las personas con discapacidad puede costar de 30% hasta 50% más que un camión regular, comentó el entrevistado. Y agregó: "No obstante, las ciudades tienen la capacidad económica para solventar la diferencia y adquirir este tipo de transporte".
De acuerdo con el especialista, un autobús de entrada baja –que permita el acceso de una silla de ruedas, una persona con bastón o hasta una carriola-, cuesta tres millones de pesos, mientras que el precio de los camiones cortos o los buses largos y cuadrados –como los que circulan en Paseo de la Reforma-, oscilan entre un millón y 2.5 millones de pesos.
A pesar de la diferencia, Remes apuntó que los gobiernos deben destinar recursos suficientes cada cierto tiempo para cambiar los vehículos de las avenidas principales por modelos totalmente accesibles. Cálculos del gobierno capitalino estiman que cambiar los autobuses de las rutas más importantes de la Ciudad de México costaría 10,000 millones de pesos (mdp), de los cuales 7,000 podrían pagarse con las tarifas.
El resto tendría que provenir de las arcas de gobierno. “Si fuera una política pública general, con tres mil millones de pesos se podría lugar que por toda la ciudad hubiera rutas accesibles. Ese dinero hay que buscarlo, pero podría venir por ejemplo de los puentes de Circuito Interior, que van a costar 700 millones de pesos”, apuntó el especialista en transporte.