El código que revolucionó a la logística
Una serie de líneas trazadas sobre la arena fue el destello que inspiró a Norman Joseph Woodland para crear el código de barras, utilizado en todo el mundo, en millones de productos, y que hoy cumple cuatro décadas de existencia.
En 1948, el ingeniero mecánico había comenzado a pensar en un sistema que le permitiera al encargado de un supermercado de Filadelfia automatizar el cobro de los productos en las cajas. La respuesta fue un sistema de líneas estrechas y anchas que codifica información que debe ser interpretada por un lector óptico.
En 1952, patentó la idea y la vendió a Philco por 15,000 dólares, pero el invento no pudo aplicarse ya que requería un escáner con una lámpara de 500 vatios de potencia, así que hubo que esperar al desarrollo de la tecnología de lectura óptica por rayo láser.
Fue hasta 1974, cuando se utilizó comercialmente el primer escáner de código de barras en un supermercado de Ohio, Estados Unidos, para comprar diez paquetes de chicles Wrigley.
Actualmente, se usa más de 5 mil millones de veces cada día y es uno de los sistemas de codificación más utilizados en el mundo, está presente en controles de inventario, bibliotecas públicas, sistemas de identificación, productos de consumo y cadenas logísticas, entre otras aplicaciones.
"Hace cuarenta años, nunca hubiera imaginado el impacto que un código de barras tendría sobre los consumidores y empresas de todo el mundo", dijo Sprague Ackley, tecnólogo de Honeywell Scanning & Mobility.
“Desde ofrecer un rápido check-out en el supermercado, escanear una cama de hospital, permitir el rastreo de bienes a lo largo de su vida o simplemente usar el teléfono a bordo de un avión. Sigo sorprendido del poder de la tecnología del código de barras”.
El código de barras sigue desempeñando un papel fundamental en la mejora de eficiencia, aumento de productividad y mejora de la experiencia del cliente a través de una variedad de industrias, de acuerdo con Honeywell.